TNto hay modo de aclararse con los Presupuestos. Parece mentira que, hechos de números y constituyendo las matemáticas, sin especulación humanística alguna, ciencia tan exacta, sea imposible saber exactamente si Extremadura ha salido beneficiada o perjudicada, si como denuncia el PSOE ha perdido 179 millones o, como proclama el PP ha ganado en inversiones. Cada uno analiza según sus intereses e interpreta cifras como quien invoca un acto de fe. Los catalanes, por ejemplo, claman que España les roba. Madrid, por ejemplo, pregona que es falacia pues de tiempo inmemorial el Estado favorece a Cataluña.

A gente como yo los números marean. Incapaz de nadar entre esa maraña de datos contradictorios y con la experiencia de que bastantes políticos, de uno y otro color, bando, bandería y taifa, mienten de diversa forma- no solo, que también, con bolas descaradas, sino con verdades a medias, manipuladas o simplemente recortadas-, todo me lo creo lo justo, es decir muy poco. El ministro habla de unos Presupuestos de marcado carácter social, pero consta que se desploma la ayuda a la Dependencia. Han subido por fin las becas, pero se reduce en Educación Secundaria y FP. Crece el gasto en I+D+I, pero se ahorra en cultura.

En este último ámbito tan maltratado, objetivamente uno de los colectivos más perjudicados es el del cine, mientras se apoya mínimamente al teatro. El argumento es que la gran pantalla se mantuvo razonablemente el año pasado, pese a la subida del IVA, mientras el drama del arte dramático alcanza proporciones trágicas. En este reino del emprendedor sufriente al que nos encamina el nuevo orden europeo, visto que los derroches a todo tren precipitaron la ruina presente, una admira y homenajea hoy humildemente las estrategias de los imaginativos empresarios para mantener heroicamente sus negocios. Ahora en Cáceres venden a la par las palomitas, la Coca-Cola y las entradas en el único cine que parece gritar: ¡Resistiré! Y es que es un lujo conservar al menos un único y mágico albergue del fascinante invento donde tantos aprendimos a soñar.