WAwñoramos los tiempos en que los norteamericanos tenían claro que era inmoral construir un muro para separar en dos a una misma sociedad. Añoramos también la rebeldía de los norteamericanos contra aquella agresión a la libertad que fue el muro de Berlín...

Ahora, en cambio, la respuesta de la Casa Blanca al dictamen del Tribunal Internacional de Justicia de La Haya --máxima instancia jurídica mundial-- es desestimar el veredicto y alegar que ése no es el foro adecuado para dirimir sobre la legalidad o ilegalidad del muro que levanta Israel en Cisjordania.

La Haya no sólo declara ilegal el muro: insta a su demolición. Europa opina lo mismo. Israel anuncia solemnemente que no acata el fallo. Su régimen incumple desde hace años muchas resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU y votaciones de la Asamblea General. A Sharon no le importa lo que digan los tribunales o las instancias internacionales. Con el respaldo de Washington tiene bastante para mantener el muro en pie. Confirma que sólo cree en la ley de la fuerza y desprecia la catástrofe humana que supone esa partición de pueblos y gentes.

Pero cayó el muro de Berlín y también caerá éste.