TAttraídos por la programación de la Sociedad Filarmónica, han llegado a la ciudad una buena cantidad de músicos callejeros. No es que hayan llegado los virtuosos de fontenebló , pero alguno destaca. El acordeonista no lo hace mal pero se te pega a la oreja con Los puentes de París y te manda al otorrino; el de la gaita es malo con avaricia, sopla como si en ello le fuera la vida (que le va porque no están en Badajoz para tocar, están para comer) y el de la flauta si llega a tocar en Hamelín en lugar de llevarse las ratas, llena el pueblo de cocodrilos. El veterano es el de la trompeta. Lleva una temporada de conciertos que se sale. Con la victoria del Bar§a está a un paso de que Zapatero le fiche para La Moncloa, tocando todo el día el himno blaugrana. De vez en cuando, toca el del Madrid y se gana algún ochavo merengue. Pero ha ocurrido que con la apertura de un local por Santa Marina, de esos a los que concurren caballistas, toristas y gentes con banderas en las empuñaduras, el trompetista ha incluido en su repertorio: El cara al sol y Prietas las filas . Yo pensaba que su olfato comercial se había chafado y que tocando ambas fachendas, se iba a encontrar con algo diferente al euro. Pero no. Una tarde, cansado del soniquete de con la camisa vieja me asomé al balcón y allí estaba. Una multitud desde los veladores coreaba los temas llevando el compás con el euro contra la mesa. Y el trompetista, hijo de la nada cotidiana, sin bandera en la bocamanga, ni cortijo entre las encinas, toca que toca y sonriendo. No está despistado el músico.

También sabe cuándo tocar el Himno de Riego y La Internacional a las puertas de algunos teatros y salones.

*Dramaturgo y directordel consorcio López de Ayala