Según estaba previsto, Mwai Kibaki (Othaya, Kenia, 15-11-1931) tomó el lunes posesión como presidente de Kenia. Su mensaje era de esperanza para su país y resultó ampliamente vencedor al frente de la Coalición Nacional del Arco Iris (NARC) en las elecciones celebradas viernes.

Quería y quiere luchar contra una corrupción --el chapapote keniano-- acumulada durante los 40 años de gobierno de Daniel Arap Moi; hallar la rápida recuperación de la economía y fortalecer la sociedad civil. Todo un programa de regeneración en un país rico de por sí, pero en el que la mitad de sus 32 millones de habitantes son pobres de solemnidad y las malas artes del otro 50% le han situado en el sexto puesto entre los más corruptos del mundo. Pero ya en el acto, supuestamente gozoso, de la toma de posesión hubo disturbios y heridos.

Mwai Kibaki, perteneciente a la tribu kikuyu, es licenciado en Economía, Historia y Ciencia Política por la Universidad de Kampala, en Uganda; realizó un máster de finanzas públicas en Londres y desempeñó varios ministerios bajo los gobiernos de Joma Kenyatta y Daniel Arap Moi, presidente que ahora no ha podido volver a presentarse por imperativo legal. Este le derrotó en dos ocasiones, pero ahora, al final, a Kibaki le ha llegado la victoria. Triunfó pero, por desgracia, ya ha visto que los votos no lo son todo.