TAt la irracionalidad anticatalana de quienes veían y ven un peligro en que Endesa fuera adquirida por una empresa de matriz catalana (Gas Natural) se ha contrapuesto el nacionalismo trasnochado de ver una agresión en que una empresa radicada en un país de la Unión Europea (E.ON) haga una oferta económica muy superior. El Gobierno, con una estrategia cogida con alfileres para desarrollar su apuesta política empresarial, no tiene otro argumento para su fracaso que invocar un nacionalismo español que se compadece mal con la Constitución europea.

El resultado de esta tanda de despropósitos es la constatación de un montón de problemas que no hemos sido capaces de resolver. En primer lugar el de nuestra propia identidad española que Carod Rovira entiende vinculante o detestable en función de conseguir la sede social de la energía española. De esa forma, que Endesa sea catalana o española, contraponiendo estas dos identidades, sólo depende de que aparezca un tiburón alemán. Si para ponernos de acuerdo en nuestra españolidad necesitamos entender la convergencia europea como una agresión a nuestra independencia económica, la cascada interna de lucha entre comunidades autónomas sólo es un eslabón de esa locura identitaria.

El mercado y la globalización son conceptos que se asimilan bien cuando nuestras multinacionales compran sectores económicos claves en otros países, pero perdemos los nervios cuando los que vienen lo hacen de lugares tan próximos, o que debieran serlos, como un socio comunitario con el que aspiramos a constituir una unidad política equiparable a los Estados Unidos de Norteamérica. El problema no es ya que no tengamos un ejército europeo o una política exterior continental sino que hayamos descubierto que el euro no es más que una moneda para poder ir al cine en París sin cambiar dinero.

Todavía quedan despropósitos por descubrir. Ahora Gas Natural busca aliados en Europa y si los consigue para hacer caja y comprar a su precio una empresa que quería de saldo, la españolidad catalana de la operación no se verá afectada. El presidente del Gobierno tendrá un campeón hispano lo que sea y Carod Rovira podrá volver a ser independentista catalán liberándose de su momentánea adscripción española. Estamos todos locos.

*Periodista