Carlota Prado, 24 años entonces, fue violada delante de las cámaras durante el transcurso del concurso Gran Hermano Dúo, emitido por Telecinco, durante la madrugada del viernes 3 de noviembre de 2017. A ninguno de los trabajadores de la productora Zeppelin TV, responsable del programa, se le ocurrió que en aquel mismo momento había que dejar de grabar y denunciar los hechos.

Al día siguiente, Telecinco anuncia que José María López —el agresor— es expulsado del programa debido a una «conducta intolerable» y que considera oportuno que «Carlota deje la casa». Para ese momento, tanto los responsables de la productora como los de Telecinco, además de los técnicos de guardia durante la noche de autos, ya debían saberlo todo. Aún así el programa se mantuvo en antena.

El pasado 19 de noviembre, dos años después, ‘El Confidencial’ difunde un vídeo que se desconocía. Se trata del momento en que los responsables del programa obligan a Carlota a ver el vídeo de su propia violación y la impiden salir del llamado «confesionario» a pesar de que ella lo reclama. Además, el llamado «Super» le dice que debe mantener silencio: «Carlota, este tema, por José María y por ti, por el bien de ambos, no debe salir de aquí».

Jorge Javier Vázquez —valedor del concurso tras el abandono de Mercedes Milá— intentó publicitar en Twitter la vuelta a la casa de Carlota el 9 de noviembre, menos de una semana después de la violación, aunque horas después retiró el tuit. Cuando Carlota fue expulsada de la casa por los espectadores, el 23 de noviembre, Vázquez eludió tratar con ella este tema en la entrevista posterior. El jueves 13 de diciembre de 2018 Vázquez apoyó en directo la campaña institucional «Contra la violencia sexual #Somosuna».

La desvergüenza e hipocresía de Jorge Javier Vázquez es un correlato de la desvergüenza y la hipocresía de los responsables de Telecinco y de Zeppelin TV, así como de los trabajadores de la productora que presenciaron en vivo la violación de Carlota sin hacer nada para evitarla, continuando con la grabación.

La desvergüenza e hipocresía de Vázquez, de Zeppelin y de los trabajadores cómplices en este asunto tan grave es consecuencia de la disolución de los principios deontológicos frente a la avaricia salvaje. No en vano, Vázquez es el mejor símbolo de cómo hacerse multimillonario produciendo basura sin atisbo de ética.

Los medios de comunicación se han convertido en uno de los principales problemas de la sociedad. Al colocar los beneficios económicos por delante de su función social, no solo fabrican contenidos propios impresentables para lograrlo, sino que se hacen cómplices de todas las perversiones éticas que aquejan al mundo actual.

El pasado 7 de diciembre, durante el transcurso de La Sexta Noche, la periodista Helena Resano hacía de maestra de ceremonias de «La noche sin hogar» un evento internacional que en España tuvo su centro en Matadero de Madrid, y que consistía en que la gente dormía una noche en la calle para llamar la atención sobre las personas sin techo. Eso sí, con sus buenos sacos de dormir y amenizados por conciertos de diversos artistas. Desvergüenza e hipocresía.

Todos los informativos que vi la semana pasada se hicieron eco del momento en que Alejandro Sanz se subía a la tribuna de la Cumbre del Clima en Madrid para anunciarnos que a partir de ahora hará «conciertos sostenibles». Desvergüenza e hipocresía.

Periodistas y cadenas afirman querer una sociedad mejor mientras no dejan de emitirse anuncios que convierten niños en ludópatas. Desvergüenza e hipocresía.

Hace ya más de veinte años que el gran cineasta Peter Weir nos advirtió de todo esto en ‘El show de Truman’ (1998): la absoluta deshumanización de la sociedad del espectáculo, excrecencia inevitable de la cultura de masas. En aquella película, los espectadores veían un ‘reality’ que había destrozado la vida de una persona desde bebé, y cuando terminaba solo se preguntaban qué habría en otros canales. Sí, claro que los espectadores que ven algunos programas son cómplices de toda esta bazofia ética y cultural. Pero los responsables son los medios. A estas alturas, más responsables que los propios políticos. A estos últimos cabe preguntarles: ¿Nadie va a parar esto?

*Licenciado en Ciencias de la Información.