XAxyer, quienes de verdad hicieron caja fueron las compañías operadoras de teléfonos móviles. Hubo mucho negocio en el aire. Los SMS, que es el nombre técnico de los mensajes telefónicos escritos, cruzaron el espacio durante toda la tarde, transportando la indignación de miles de ciudadanos que se sentían manipulados, impotentes y con un vértigo insoportable hacia una jornada electoral condicionada por la mentira y la manipulación.

Los partidos estaban presos, secuestrados por el día de reflexión. Mientras tanto, la nariz del ministro Acebes , adquiría cada minuto nuevas dimensiones imposibles de disimular. El objetivo del Gobierno era que la confusión y la mentira, construidas sobre la autoría de ETA de la masacre de Madrid, no explotara antes de que los ciudadanos acudieran a las urnas. Era una de esas ocasiones que se presenta en vida en las que la distancia entre la desolación y la victoria está sintetizada en una pequeña gran noticia: los autores de la barbarie no eran vascos, sino fundamentalistas islámicos. El atentado de Madrid ya no constituía una página, sangrienta y dolorosa pero presente, de la memoria de Carod-Rovira como el demonio de esta trágica campaña electoral. Pero había --y hay todavía-- demasiadas preguntas sin resolver como para que la presión social no terminara haciendo saltar la tapa de la información decomisada.

Todo empezó el mismo 11-M con una apresurada comparecencia del ministro de Interior adjudicando a ETA la autoría de la mayor masacre de la historia terrorista de España. La fruición del ministro contrastaba con la ausencia de referencias concretas a ETA en la comparecencia de Aznar . El aire se empezaba a impregnar del dramático entusiasmo que dan las estrategias confirmadas. ETA, que se había constituido en el pilar de la campaña del PP, confirmaba con toda su brutalidad la necesidad de un Gobierno fuerte frente a los enemigos de la unidad de España. El PP no fue capaz de renunciar a un bocado tan exquisito para una campaña electoral interrumpida por las bombas. Esa hipótesis no se desprende de la biografía de Aznar .

Mientras tanto el PSOE se conformaba con ser prisionero de su sentido de la responsabilidad. Ni un solo interrogante sobre las medidas de seguridad en las estaciones de ferrocarriles, en unas vísperas electorales plagadas de amenazas terroristas. Ni una sola reclamación contundente sobre la ausencia de una reunión del Pacto Antiterrorista. Ni un mal gesto sobre el control de los medios de comunicación públicos. Ni una reclamación sobre la ocupación de planos televisivos de todos los miembros del Gobierno. Hasta el ministro Acebes ocupó plaza en la pancarta de la manifestación de Madrid, en vez de estar atendiendo a la seguridad de los españoles desde su despacho del paseo de la Castellana. Lo primero, la foto. Pero las preguntas seguían reclamando ayer una respuesta que se hacía inaplazable. Las noticias sobre el malestar de muchos sectores de la Guardia Civil y del Cuerpo Superior de Policía sólo se contenían con amenazas de expedientes dictadas desde un ministerio al que la información se le escapaba de entre las manos. Nadie podrá decir nunca que ha habido un ápice de irresponsabilidad en el comportamiento del principal partido de oposición ni en los grandes medios de comunicación. Es imposible de prever la repercusión electoral de tantas emociones contenidas. Esta noche ganará quien gane. Pero ni siquiera eso es ya lo más importante. Quizá hayamos logrado entre todos recuperar nuestra condición de ciudadanos y que el Gobierno que se forme y la oposición que se constituya no tengan más remedio que investigar a fondo las 72 horas que separaron las explosiones de Madrid.

*Periodista