El alcalde de Navalmoral, el popular Rafael Mateos, (en la imagen) ha ordenado impedir el botellón en cualquier parte del municipio. Ha señalado que esta decisión, de la que asegura que no va a volverse atrás, la ha tomado después de que los jóvenes moralos que lo han venido haciendo en los últimos tiempos hayan "desaprovechado" por dos veces las oportunidades que se les dieron para que pudieran hacerlo sin causar daños al mobiliario urbano o a propiedades de los vecinos. El regidor culpa de las acciones vandálicas a todos los jóvenes participantes del botellón, porque de ellas son responsables, dice, "por acción u omisión".

Mateos ha iniciado un camino de incierto final porque nada le asegura que a partir de ahora disminuyan las gamberradas. Pero los ciudadanos que lo votaron lo hicieron también para que tomara decisiones arriesgadas. En el fondo, lo que ha hecho el alcalde moralo es plantear una polémica que debería someterse a discusión con más frecuencia de la que se plantea: ¿deberían ser los jóvenes responsables de sus actos y pagar las consecuencias de los mismos? ¿Deberían los adultos hacerles ver que lo que tienen lo pueden perder si no cumplen con sus deberes ciudadanos? Mateos ha echado su cuarto a espadas sobre esta cuestión.