Nouriel Rubini lo decía hace unos días: "Europa necesita crecer para evitar el colapso del euro". Esto vale, sobre todo, para España. Necesitamos crecer; es urgente. Si no hay crecimiento, el déficit público se disparará, perderemos la confianza de los mercados (si es que queda alguna), nos tendrán que rescatar-

Los economistas tenemos mucho que decir sobre cómo crecer. Hace falta, decimos, mejorar la educación, introducir nuevas tecnologías, innovar, internacionalizar nuestras empresas, flexibilizar nuestros mercados- Bien, gracias por la receta. Pero no sirve. Lo que los libros de texto aconsejan sirve para crecer a largo plazo. Y nosotros necesitamos hacerlo hoy, en el 2011. ¿Cómo se consigue esto? "Bueno --contestan los economistas--, verá usted, no es nada fácil". "Pues los americanos bien que están creciendo. ¿No podemos copiar sus políticas?". No. Ellos tienen una economía que reúne unos cuantos de los requisitos que antes hemos presentado: flexibilidad productiva, capacidad innovadora, instituciones adecuadas y, además, un dólar depreciado e inversores internacionales dispuestos a prestarles dinero generosamente-

Bien, pero ¿qué podemos hacer? Para crecer hace falta demanda, ¿no? Si las empresas no esperan vender, no producirán, no crearán empleo, no harán inversiones- ¿Podemos aumentar nuestra demanda? Veámoslo.

X¿PODEMOS ESPERARx que nuestras familias aumenten su gasto? No mucho. Siguen fuertemente endeudadas, agobiadas por sus hipotecas, al menos muchas de ellas. Esto tendría solución pero pasaría por un sacrificio en los bancos, que estos no pueden hacer. Podrían aumentar sus ingresos si las empresas pagasen salarios más altos o si el Gobierno aumentase sus prestaciones, pero ni las empresas ni el Gobierno pueden hacerlo. Al final, si no aumenta el empleo, no podemos esperar que aumente la renta de las familias y que mejoren sus expectativas a medio plazo. Olvidemos el consumo.

¿Pueden invertir más las empresas? Es difícil si no recuperan la confianza ni esperan un aumento de la demanda ni les conceden crédito nuevo. ¿Pueden exportar más? Bueno, ya hacen lo que pueden, pero las ventas al exterior dependen, sobre todo, de la capacidad de compra de nuestros clientes. ¿Puede gastar más el Gobierno, o reducir la carga impositiva? No, porque tiene que reducir su déficit, ya que los mercados no se atreven a financiarlo por temor a no cobrar.

De modo que, finalmente, la demanda no va a crecer mucho. Y nosotros necesitamos crecer ya, sin tardanza. ¿Podemos hacer algo? Sí. La experiencia de recesiones anteriores es que, primero, hemos tenido que ajustar nuestra competitividad exterior mediante una depreciación de la peseta y nuestros desequilibrios internos mediante un programa de estabilización. Lo de la depreciación ya no podemos hacerlo, pero me parece que no es el obstáculo principal ahora. Lo de la estabilización ya lo estamos haciendo: la recesión consiste, precisamente, en apretarnos el cinturón y volver a la sensatez.

La segunda parte de la salida de la recesión se ha producido siempre a través de las empresas. Imagínense a un empleado que entra en el despacho del gerente y este le dice: "Pasa, pasa. Mira los planos de la nueva fábrica. Bueno, es un proyecto, claro; ahora no es buen momento para meternos en estas inversiones, pero más adelante sí". ¿Cuál es la reacción de ese empleado? "Mi puesto de trabajo está seguro: puedo volver a consumir". ¿Y la respuesta de otras empresas? "Si otros tienen nuevos proyectos, ¿por qué yo no los voy a tener?". ¿Y la reacción de los bancos? "Si las empresas piensan así, la morosidad se va a reducir rápidamente". ¿Y la del Gobierno? "Ya empiezan a mejorar las cosas, vamos a recaudar más impuestos, el paro se reducirá-".

O sea, la clave la tienen las empresas. Pero, claro, ahora no quieren saber nada de nuevos proyectos, por lo que decíamos antes: incertidumbre, falta de demanda, falta de fondos- ¡Ah!, y porque nos hace falta al menos parte de aquella flexibilidad que veíamos en la economía norteamericana, que permite recuperar competitivamente la producción cuando las cosas mejoran.

Pues- ya está. ¿Qué hace falta para devolver la confianza a las empresas? Que el Gobierno dé pasos concretos para llevar a cabo las reformas necesarias, sin dar, como hasta ahora, un paso adelante y otro atrás. La reforma laboral, para crear las condiciones para recuperar el empleo cuanto antes. La de los horarios comerciales no hace falta ahora, porque lo que frena el consumo no es no poder comprar a última hora de la tarde. Y hacen falta reformas en la competencia, para reducir los costes. La de las pensiones no urge ahora para las empresas, pero sí para los mercados financieros.

El Gobierno tiene un segundo frente, que también nos afecta a todos: devolver a los inversores internacionales la confianza en nuestra deuda, pública y privada. Y hay un tercer frente, relacionado tanto con las empresas como con los mercados: la solución, urgente ya, de nuestra crisis bancaria, incluyendo la recapitalización de nuestras cajas.