Jamás debería fracasar una investidura por unas negociaciones desatinadas. Para tener éxito es conveniente aplicar el sentido común y reflexionar si en verdad se desea pactar, si se posee quietud de ánimo y reconocer si no se anda escaso de tiempo que añada tensión a las tiranteces propias de todo acuerdo.

Se deben formar equipos negociadores que sean empáticos para entender y suavizar los tiras y aflojas que surgirán. A partir de ahí se discute el contenido programático que pueda unir a las partes para tratar de alcanzar un buen pacto. Una vez logrado, se debate la estructura de Gobierno necesaria para llevar a cabo lo acordado, y más tarde se analiza quiénes asumirán las responsabilidades. Y todo ello con delicada discreción, sin cruce de comunicados ni en prensa ni en redes y sin ofertas de última hora. En lo que duren las conversaciones se evitarán reproches, vetos y amenazas, pues suelen tener difícil vuelta atrás.

Todo lo que no sea así, abocará al desastre el convenio más simple.

DESACUERDO

Horripilante

Pablo Delgado

Muchos otros calificativos podíamos añadir al devenir que se nos avecina, mas nadie se da por aludido y transigimos con el discurso demagógico del que tiene más ágil verborrea. Así nos va (y peor nos va a ir) a los españoles que no ponemos el grito en el cielo cuando se habla con absoluta naturalidad de que en nuestro gobierno pueda participar o influir la ultraizquierda de Podemos con las consecuencias seguras que tendremos si ello llegase a ser así; y a estos radicales añadir toda clase de simpatizantes de terroristas, golpistas, independentistas...

Naturalmente será así ante la incompetencia del aspirante a presidente del gobierno, cuyo objetivo principal no es España ni los españoles, sino el Palacio de la Moncloa. En Navarra acabamos de ver las verdaderas intenciones de este señor.

Ya aparecen signos de las nefastas consecuencias de estar en el desgobierno de nuestro país. La economía empieza a resentirse, la ocupación laboral se estanca, las libertades decaen, los valores morales se hunden, la enseñanza se utiliza para el adoctrinamiento, etc.

Esta situación es un duro golpe a los ciudadanos, cuando observamos que el principal propósito de Pedro Sánchez es estar en su palacio, utilizar las instituciones del Estado y sus medios en provecho propios. Es asombroso que en estos días, Mark Zuckerberg, fundador de Facebook, ha censurado a San Agustín por delito de odio. En España se dan muchos Zuckerberg; es lo que toca en estos tiempos.

LA IZQUIERDA

Análisis fallido

Pepe Castejón

La política es el arte de maximizar beneficios dada una correlación de fuerzas existente. Estos días son muchos los votantes de izquierdas que se tiran de los pelos intentando desentrañar la incógnita de cómo es posible que se repita el bloqueo del 2016. «¡Estos políticos son idiotas!», parece ser la conclusión generalizada. Entre los votantes de la formación morada impera una máxima más propia de un feligrés que de un militante: «Esta vez sí, al PSOE no le quedará más remedio que ser un partido de izquierdas o sus votantes le castigarán...», para darse de nuevo de bruces con la realidad de un muro infranqueable monitorizado por temibles hombres de negro.

El PSOE no es un partido de derechas ni de izquierdas. Es el partido-Estado del sistema del 78. Podemos debieron haber entendido ya que la cantinela de IU (hacer que el PSOE mirase a su izquierda) resultó durante años una quimera inútil. Tampoco en Podemos parecen haber aprendido que aunque los españoles han decidido que el PSOE ya no será nunca más una fuerza hegemónica, tampoco va a desaparecer como elemento central del sistema político español. Resulta desesperante constatar cómo la dirección de Podemos ha fracasado en su análisis otra vez en la pasada investidura. En lugar de hacer política con la correlación de fuerzas existente y exponer al PSOE a sus contradicciones entrando en un Gobierno de coalición, han vuelto a intentar doblar la cuchara con la mente.