WLwa manifestación pro-refinería del pasado sábado amenaza con volverse contra sus promotores, el PSOE, los sindicatos, la patronal y el colectivo ciudadano que la apoya. Y ello porque la concentración la plantearon como un plebiscito frente a los detractores de la planta: "la refinería es buena porque los que nos manifestamos a favor somos más que los que se manifiestan en contra". Ese era el sentido del acto de Villafranca, mantenido todavía ayer. Y la realidad es que, por mucho que traten de disimularlo, no hubo el seguimiento esperado. Las imágenes son elocuentes. La tarea que tienen los organizadores ahora --y que no previeron tal vez porque confiaban en el arrastre de la Extremadura oficial -- es superar la discusión sobre el número de personas que había en Villafranca para centrarse en lo principal: la conveniencia para Extremadura de que salga adelante este proyecto, cuyo rechazo seguramente sería mucho menor si se ideara en otra comarca. Pero centrarse en lo principal requiere evitar el nerviosismo --es decir, la sensación de debilidad--, como el mostrado por la Delegación del Gobierno al echar un rapapolvo a la Guardia Civil por dar su estimación de asistentes a la manifestación, sólo porque no era la que los organizadores querían ver publicada.