La masiva redada policial de muyahidines en París ha originado la traumática respuesta de inmolaciones a lo bonzo. Aparte de que en un país democrático, como Francia, es posible protestar con garantía de éxito sin recurrir a convertirse en una pira humana, haría bien el ministro del Interior, Nicolas Sarkozy de Nagy Bosca (París, 28-1-1955), en no caer en las detenciones indiscriminadas. Y eso, aunque se tengan veleidades represoras, como es su caso. Meses atrás, a raíz del polémico proyecto de ley de seguridad interior ("una declaración de guerra contra los pobres", según la Liga de Derechos Humanos), Sarkozy hizo suya la máxima de Charles Pasqua de que lo más eficaz contra el "terrorismo ciego es aterrorizar a los terroristas". Y es que para Sarkozy, obsesionado por asfixiar electoralmente a Le Pen, el orden público es lo más importante. Se ha dicho que su lema es libertad, igualdad y seguridad, en vez de fraternidad.

De familia aristocrática de origen húngaro, Sarkozy tiene vínculos con España a través de su esposa, bisnieta del músico Isaac Albéniz y prima de Alberto Ruiz-Gallardón, también bisnieto del compositor. Al igual que el alcalde de Madrid, Sarkozy ya de joven era de derechas. Balladur le hizo ministro en 1993 y a éste apoyó frente a Chirac en las primarias del RPR en 1995. Lleva sólo un año en Interior y parece un siglo.