Maestro

Conseguimos evitarle la vecindad de aquél que gritaba, ¡viva la muerte!, pero hete aquí que al mermado parque del Rodeo, a cuya arteria principal da nombre un socialista histórico, don Pablo Naranjo, había que ponerle una estatua y le han puesto una ninfa de Avalos, al que don Pablo conoció, a destiempo, con motivo de la inauguración de aquella magnífica exposición de Arte y Cultura Precolombina que tuvimos la suerte de disfrutar en el San Francisco. Y, cosas de la vida, Saponi ha conseguido lo que no consiguió Franco. Me explico, en la mentada exposición alguien preguntó a don Pablo si conocía al escultor, a lo que contestó que no y que ya no tenía tanto interés en conocerlo como en la época en la que estando cautivo en el Castillo de Cuéllar deseaba trabajar en la mega cruz del valle, nacida de la inspiración del artista. El motivo de su interés no era su admiración por la obra, se debía más bien a la posibilidad de redimir pena, o a la no menos atractiva posibilidad de poder escaparse.

En lo local, sorprende la rapidez del equipo municipal en tramitar las demandas de mutación de licencia de quince bares que, así, pueden retrasar su horario de cierre. Contrasta esta premura con la torpe gestión de la solicitud de los libreros cacereños para organizar la feria de libro antiguo, aunque la misma rapidez mostrada por satisfacer la demanda de los propietarios de bares la aplicaron a la hora de autorizar a quien, hasta ahora, ostenta el monopolio de la organización de dicha feria. Es cuestión de prioridades. Y eso que iban a apoyar al comercio cacereño. Con apoyos así sobran los enemigos. Luego se extrañan y se molestan porque una cerveza hable de nuestra ciudad como habla. Por lo demás, la medalla se queda como dios manda, faltaría más. Y digo yo que dado que nuestra sociedad es plural en creencias y nuestra ciudad es más conocida por ser patrimonio mundial que por las creencias religiosas de sus habitantes, debiera llevar la leyenda de ciudad patrimonio, o de capital contra la intolerancia, una vez superada la exhibición de quienes al amparo de la patrona dictaron la lección más vergonzosa de intolerancia impidiendo la devolución del bastón de mando a quienes ostentaban la representación, por elección democrática, de los cacereños. Respecto a san Jorge hay serias dudas de que existiera, porque los dragones no existieron, ¿o sí? Así que entre pavos, perros y medallas anda la polémica. Por lo demás, para el recuerdo la visita a Castelo de Vide con motivo de la inauguración de la exposición Con 5 sentidos que nació con la primavera en Cáceres y sigue fresca en diciembre. Mientras esto escribo escucho Adiós ríos, adiós fontes en la voz de Amancio Prada. Es difícil abstraerse de la negra sombra que cubre Galicia, pero reconforta saber que la esperanza son esos jóvenes solidarios dispuestos a paliar el dolor de quienes lo han perdido todo, frente a la torpeza de quienes gobiernan que nos ha hecho descubrir que políticos como ellos no son necesarios, pues no tienen la talla suficiente para estar a la altura de las circunstancias.