Hace una semana que ha empezado la escuela para todos los alumnos. Viejos amigos, algunas caras nuevas, los profesores de siempre- las sensaciones de cada año. Ultimamente se ha puesto de moda el periodo de adaptación. Esos espacios cortos de tiempo que los pequeños pasan en la escuela para habituarse al nuevo entorno. Ese periodo de adaptación va acompañado, también, de esas despedidas interminables que los padres dedican por la mañana en la clase de sus hijos. La teoría de la adaptación es muy buena como teoría. ¿A quién no le gustaría que le dijeran que empezara a trabajar, también, adaptándose? En la práctica, creo que va encaminada a favorecer ese inmenso colchón de sobreprotección que ofrecemos actualmente a los menores. ¿Por qué no dejamos hacer a los profesionales de la educación su trabajo? ¿Saben ustedes lo difícil que es para ellos manejar a sus hijos apenados por la vuelta al cole con sus padres mirando tras el cristal?, ¿Sabe la dirección de las escuelas, lo dificultoso para los padres, que es sólo llevarlo unas horas y después dejarlo en otra parte? Claro que la teoría es buena. ¡También lo sería si la aplicásemos durante un mes entero! Pero creo que lo mejor es hacer la adaptación, si se desea, en casa durante unos días antes de empezar.

Daniel Juan Santigosa **

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