Lo normal y ético es que un niño, hasta los doce años, juegue y vaya al colegio, y partir de los doce, hasta los quince, viva la pubertad, y comience a ir al instituto e interesarse por asuntos de adultos. Esto en países desarrollados en los que los niños tienen unos derechos determinados y acatados. Un niño debe vivir ajeno a la conducta de algunos hombres, cuyas conciencias albergan muchos pensamientos ignominiosos que las mentes infantiles no pueden ni deben concebir.

Sabido es que en algunos países subdesarrollados y cruentos, en los que la vida vale menos que un grano de arroz, los niños son meros objetos, como pañuelos de usar y tirar. Los adultos de esos países, por ambiciones de poder, por implantar una ideología o religión, por desavenencias tribales, o empujados por intereses de naciones desarrolladas, inician guerras y reclutan a niños. Niños que vivirán experiencias terribles y se convertirán en asesinos sin ni siquiera saber por qué -aunque un asesinato nunca tiene explicación ni justificación--. O serán asesinados por un balazo que impacte en su cabeza, quizá disparado por otro niño, al que, posiblemente, una mina le arranque de cuajo una pierna. En el mejor de los casos, servirán como portadores, y recorrerán muchos kilómetros cargados con voluminosos y pesados bultos militares.

En países desarrollados, como España, los niños ven la guerra de lejos, pero juegan a la guerra. La ven en el cine o la televisión; y la juegan en esas videoconsolas que cada vez ofrecen recreaciones bélicas más realísticas. O sea, juegan a ser niños soldados. Sin duda, es una frivolidad. Quizá no sería mal ejercicio moral entregar con cada videojuego un pequeño documental en el que nuestros niños vieran a los verdaderos niños soldados en acción. Seguro que al menos sus conciencias asimilarían que la guerra nunca debe traspasar la ficción.

Digo esto porque últimamente se están dando casos muy preocupantes de violencia infantil. Bandas organizadas de adolescentes que guerrean entre ellos, incluso a veces agreden brutalmente y asesinan a personas indefensas. Son como niños soldados en un país en paz que emulan fielmente a niños soldados de países en guerra. Algo está fallando.