Tiene algunas horas mágicas el día. Por ejemplo el momento de llegar a casa y vivir unos instantes serenos de descanso y conversación sobre la jornada, los niños, las novedades… Por eso no perdonaré jamás las horas de paz que las protestas contra un fallo judicial esperable y hasta benigno me han robado.

Y es que, desde la sentencia, no hay reposo en las noticias ni lo hallo en mi sofá. Fuegos, barricadas, piedras, caras de señoras con el rictus de Atila espoleando al caballo bajo el que nunca volverá a crecer la hierba, voces de un paisano que afirma que su país no es España y mira la cámara con tal odio que convierte en hermanos a Capuletos y Montescos. Un fulano con cresta de gallo que saca pecho como un orangután contra la policía, cuando la odiada prensa española le graba. O una estudiante furibunda al más furibundo modo catalán, que salmodia sus exigencias al rectorado de la Pompeu i Fabra, entre las que están el disparate disparatado de apañarles la evaluación sin asistir a clase y un rotundo pronunciamiento político acorde con lo que sus tiernos años y escaso juicio tienen por realidad inmutable.

O yo o la nada, concluyen todos, mientras una escritora -diré fanática, que queda muy extremista decir loca-- aboga como Savonarola para que el fuego queme Ramblas y Paseos de Gracia y desgracias, porque es que el fuego purifica y le encanta ver abrasados los pecados capitalistas, o sea terrazas y escaparates, tanto como a los inquisidores les llenaba de felicidad mística ver arder a brujas y herejes. Y a todo esto, Paluzie jalea la violencia para dar visibilidad a su causa y la Audiencia Nacional descubre que Puigdemont dirige a los CDR.

Viva España, España, te quiero mucho, Arco Iris, España qué voy a hacer contigo, España no se rompe, Muchos besos y abrazos bonitos, Dadme todos vuestros votos… No, no me he vuelto loca. Son las respuestas de los niños que siempre dicen laaaa verdá, en el programa radiofónico de Javi y Mar, al preguntarles por un lema fetén para la campaña electoral. Siempre nos quedará su verdad, y su esperanza.

*Profesora.