WEwl Reino Unido ha tomado la decisión de congelar la ratificación de la Constitución europea, desoyendo los llamamientos del eje franco-alemán para seguir con el proceso. El Gobierno de Tony Blair puede argumentar que le es imposible convocar un referendo perdido tras los noes francés y holandés. Pero resulta difícil no concluir que el Ejecutivo británico está satisfecho por haberse encontrado hecho el trabajo sucio de frenar el proceso de integración política de la UE. En la próxima cumbre europea, Blair puede demostrar si es un leal socio europeo. Otros países saben que deberán hacer un esfuerzo para lograr un acuerdo presupuestario y transmitir la imagen de unidad y normalidad. Alemania y España parecen dispuestos a asumir sacrificios, y esperan que los británicos acepten un recorte en su cheque. Los países comprometidos con la Unión harán lo posible por emitir el mensaje de que la crisis no paralizará la Unión ni afectará a la economía. Está por ver si Gran Bretaña contribuirá a ello. Difícilmente lo hará Italia, dirigido hoy por un Gobierno de bajísimo nivel político cuyos ministros se dedican a sembrar la confusión pidiendo el retorno a la lira.