Carmen Calvo dijo una vez que el feminismo “no es de todas”, en el sentido de que cualquier mujer, por el hecho de ser mujer, no es feminista. No solo no lo es, quiso decir, sino que no puede serlo si no es de izquierdas, o al menos socialista, ya que el feminismo, aclaró, “nos lo hemos currado en la ideología socialista”. Excluía así del feminismo a las Inés Arrimadas y a las Cayetana Álvarez de Toledo, obvio, pero avisaba también a cualquier advenediza de izquierdas que pretendiera liderarlo, como Irene Montero, tal vez. A cada una de ellas dirigió aquel: “No, bonita, no”.

Es mucho suponer que la vicepresidenta Calvo (entonces, junio de 2019, vicepresidenta en funciones) pensara ya en Irene Montero como posible adversaria respecto a la titularidad del feminismo, sobre todo porque la vicepresidenta era ya también secretaria de Igualdad de su partido y Montero aún estaba a meses de ser ministra de Igualdad. Pero la respuesta de la vicepresidenta Calvo a la ley trans que proyecta la ministra Montero tiene algo de aquel “no, bonita, no”. La respuesta se interpreta como un encontronazo más entre los dos socios de Gobierno, dada la reivindicación hecha por Calvo: “Todas las leyes de igualdad entre hombres y mujeres que se han hecho en este país las han hecho los socialistas”. Pero es que la respuesta incluye también una reivindicación personal: “El movimiento feminista, de donde yo provengo, ha protegido siempre a estos colectivos”, ha añadido en referencia a los LGTBIQ. “De donde yo provengo”. Es decir, la autoridad que le da a la vicepresidenta Calvo el feminismo es suficiente para cuestionar la ley trans de la ministra Montero, sin necesidad de decir (aunque lo ha dicho) que le preocupa “la idea de pensar que se pueda elegir el género, sin más que la mera voluntad o el deseo”. O sea, sin más que el capricho: la elección de la identidad sexual como un capricho. De hecho, así ha interpretado la ministra Montero las palabras de la vicepresidenta Calvo, a juzgar por la contestación: “La identidad de género no es un capricho, es un derecho”.

Si hubiera sido un encontronazo más entre los dos socios de un Gobierno mitad socialista mitad Pablo Iglesias, el argumento de la vicepresidenta Calvo hubiera sido más contundente. Por ejemplo: “La identidad trans no es más que la creación de una nueva identidad sexual, esto es, una creación política, jurídica y cultural, antes que una creación natural”. Pero lo propio de la vicepresidenta Calvo es hablar a cada cual según su entendimiento. Y “bonita” se le decía a la boba y “fea” a la lista, en tiempos de la vicepresidenta. Tal vez se siga diciendo.

*Funcionario