Como ocurre frecuentemente en las prácticas de Química, que se realizan en el laboratorio, también en el ejercicio de la política puede resultar arriesgado y explosivo que se mezclen en la misma probeta elementos diversos, incompatibles o discordantes, cuando se quieren anular los efectos de alguno de ellos; o, al menos, paliar sus consecuencias negativas sobre los planes y programas de alguno de los experimentos que se proyectan.

En recientes intervenciones de un líder político en el Congreso de los Diputados se ha intentado mezclar las cuentas de la hacienda pública y de la economía española --cuentas muy serias, que afectan a los presupuestos del Estado y por tanto a la totalidad de los españoles-- con las cuentas, un tanto inciertas y teñidas de ilegalidad, de su propio partido; y con las de un declarado delincuente, evasor de impuestos, autor de continuas corruptelas y desmanes financieros, que además fue gestor y administrador de ese mismo partido.

Todo lo cual implica un llamativo despropósito que nos obliga a los ciudadanos a denunciar y rechazar este deseo inaceptable de tapar o disfrazar las cuentas corrompidas, adulteradas y malolientes con los efluvios de esperanza que emanen las cuentas del Estado; en las que, a buen seguro, se quieren sembrar nuevas esperanzas e ilusiones a los trabajadores, a los jóvenes, a los parados y a muchos sectores sociales a los que la mala gestión de la actual crisis económica ha postrado en situaciones realmente penosas.

No se deben mezclar en el revuelto laboratorio de las Cortes unas cuentas con otras; como se ha hecho en la comparecencia del 1 de agosto.

Si el responsable del Gobierno quiere y desea hablar de sus cuentas para salir de la recesión y de la pobreza generalizada, demostrando la efectividad de sus pasados "recortes" y la esperanza de los nuevos; que lo haga. Está en su derecho, como protagonista de todo el proceso.

XPEROx que no revuelva estas cuentas con las corruptelas y cohechos de sus compañeros y correligionarios, con los fraudes de su administrador ni con los goterones de "dinero negro" que han circulado abundantemente por los ocultos canales de "sobres y despachos"; pues este "dinero negro" --como el "chapapote" que no supo evitar en el pasado accidente del petrolero "Prestige"-- acabará contaminando y descomponiendo toda la estructura de la democracia. Frustrando esperanzas y excitando controversias que acabarán por estallar --como los elementos químicos mal mezclados-- en todas las plazas y calles del país.

Tampoco la pertinaz insistencia en los errores y mentiras del pasado pueden hacer de bálsamo para acallar voces y calmar daños, provocados por estas mismas mentiras. Ni el fácil recurso de culpar a otros de las propias incompetencias, o recordar que hay mucha gente que ha cometido los mismos o peores despropósitos que los propios.

Además, en las probetas opacas en las que se hacen los experimentos políticos de este país, y en este mismo acto de contrición del presidente, se han pretendido mezclar, con las cuentas de unos y otros, viejos cuentos infantiles que seguramente acabarán por destrozar las ilusiones de los más ingenuos; ya que sus componentes narrativos y las moralejas de sus fábulas son contradictorias y discordantes. Nos estamos refiriendo a los cuentos de "La lechera" y al de "Alí Babá y los cuarenta ladrones"; que continuamente han estado interfiriéndose en las intervenciones de unos u otros diputados, para fijar las propias posturas y descalificar las de los contrarios.

El conocido y repetido "Cuento de la lechera" es una fábula de sueños e ilusiones que acaban frustrándose por los tropiezos de la protagonista. ¡Lástima!. En España llevamos ya varios años oyendo cuentos parecidos en los que acaba rompiéndose el cántaro por los tropiezos de nuestros políticos. Pero ahora, además se ha intercalado el "Cuento de Alí Babá en la cueva de los cuarenta ladrones", y a la ruptura del cántaro ha seguido el robo de quesos y requesones que quedaban como reserva para evitar la escasez y la penuria.