TMte repugna escribir sobre la mierda. La mierda pestilente y letal que esparce su nauseabundo olor por toda nuestra patria con la vasca como excusa, cuando a lo que hiede su asquerosa pestilencia es sólo a cobardía mafiosa, negocio de la Camorra, maldad en estado puro. Me repugna y sé que muchos creadores de opinión ni la mencionan para que su hedor no se extienda en vapores de terror por toda la geografía española en este verano de crisis, paro, fuego, gripe, mujeres asesinadas y bombas. Me repugna escribir sobre ella así que no lo haré. Pero sí acusaré a todos los que con las narices tapadas, cubiertos de tibieza, hipocresía o miedo, mucho miedo, contribuyen con su pasividad, su palabra, sus sentencias o sus actos a que el aroma a muerte sea cada vez más intenso en las cercanías de los cuarteles, en las playas, en los barrios populosos o en las ciudades tranquilas y románticas. Toda España llora porque España huele a amenaza de muerte y la gente de bien llevamos años sufriendo que nuestros hijos crezcan con ese olor pegado a la ropa mientras los cursis aconsejan con voz meliflua a las viudas heroicas que callen, los cobardes juegan a las cartas ante el cadáver caliente del amigo, ciertos tribunales permiten a los cómplices de los asesinos concurrir a elecciones, partidos cristianos y demócratas se abstienen en Getxo para declarar persona non grata a un presunto ser humano que amenaza de muerte a quien le peta, jueces ignorantes permiten homenajes a lobos sanguinarios y cadenas de televisión francesas o prensa extranjera en general se refiere a la mierda como organización separatista. Matar es fácil, pero más cuando los asesinos no están solos y reciben cobertura de quienes deberían unirse para acabar con la Peste. Cursis, cobardes, tribunales tibios, jueces equivocados, periodistas ignorantes o infames. Vosotros contribuís a que España huela a muerte. Pero también huele a héroes y a gloria. Y a victoria final. A pesar vuestro.