Una de las frustraciones de quien elige el difícil camino de ser crítico con la realidad que le rodea es que le toman a uno por loco. Pero aún hay más: esos mismos que te miran como si no estuvieras bien de la cabeza cuando dices cosas que casi nadie dice y que probablemente se acabarán cumpliendo, más tarde, cuando llega ese momento en que se cumplen, suelen ser los primeros en haber creído descubrir la explicación de todo lo inexplicable.

La semana pasada hubo quien comenzó a decir que, tanto o más que los partidos políticos, los sindicatos necesitan una importante regeneración. Fue a partir del 9 de octubre, cuando la juez Mercedes Alaya , en el marco de la segunda parte de la Operación Heracles, detuvo a varios sindicalistas, entre ellos algunos dirigentes; mientras escribo estas palabras, la Junta de Andalucía recupera 25.000 euros de dos facturas "indebidas" de UGT. El caso de los sindicatos es aún más grave que el de los partidos políticos, pues son las organizaciones que defienden los derechos de los trabajadores, y en este momento --basta preguntar a la gente para saberlo-- carecen de la credibilidad necesaria para cumplir adecuadamente esa función social imprescindible.

Cuando algunos decíamos que la desafección ciudadana acabaría por dar un vuelco al actual sistema de partidos, siempre hubo voces que nos acusaban de apocalípticos. Pues bien, la semana pasada se presentó en Madrid, ya oficialmente, la formación Red Ciudadana Partido X, con los objetivos de "representar la voz de la ciudadanía" y "resetear el espacio electoral", contando entre sus integrantes con Hervé Falciani , informático italo-francés que sustrajo datos del HSBC Private Bank para desenmascarar evasores fiscales. Por otro lado, Gaspar Llamazares y Baltasar Garzón continúan pergeñando lo que podría ser un frente de izquierdas que revolucionara el voto progresista. Por poner solo los dos ejemplos más claros al respecto.

TAMBIEN estos días, sabíamos que el Frente Nacional --partido ultraderechista francés-- lideraba las preferencias electorales de los ciudadanos galos, con el 24% de intención de voto para las próximas elecciones europeas. El pasado miércoles 2 de octubre fue detenido Nikos Mijaloliakos , líder de Aurora Dorada, partido neonazi griego que entremezcla algunos de los principios de los legados de Hitler y de la dictadura griega de los coroneles (1967-1974). O dicho de otro modo, ya no parece una locura afirmar contundentemente que el fascismo ha vuelto a Europa para quedarse. Hace años era una extravagancia decir que eso ocurriría; ahora ya ocurre.

Juan Carlos Rodríguez Ibarra , expresidente de la Junta de Extremadura (1983-2007), líder del socialismo extremeño (1988-2008) y uno de los constructores de la Transición española, afirmaba en El País, también la semana pasada, que hay que refundar el PSOE. Hace ya más de dos años que algunos lo venimos pidiendo, casi exigiendo. No solo el colectivo Bases en Red, uno de los primeros movimientos de militantes de base (noviembre 2011) que se conformaron para reclamar la renovación del partido, sino antes militantes a título individual y otros colectivos nacidos posteriormente. Pero nos miran raro..., ¿refundar? ¡qué locura! Es una satisfacción que algunas de las personas que han tenido un papel determinante en el PSOE y en la política española comiencen a darse cuenta, y a decirlo públicamente, que, sencillamente, no hay otra salida. Ibarra, en su excelente artículo, además, aporta el impulso definitivo, indiscutible: "La vida es demasiado corta como para desaprovecharla haciendo cosas que no nos emocionen". Exacto. Por eso muchos no haremos política bajo otra perspectiva que no sea esa: lo que hay ahora es mediocre, tedioso y estéril.

Y es que... no estamos locos. No lo estábamos antes y no lo estamos ahora. Aquellos que hemos definido la actual situación social y política como un momento histórico de cambio en el que hay que atreverse a ser audaces, generosos y genuinos, no somos sino voces de una sociedad que grita desesperada por ser escuchada. Hay gritos silenciosos en la soledad de las casas donde se pasa hambre y se llora la miseria que muchos ya no esperaban; hay gritos indignados en la calle, de quienes no saben qué política quisieran hacer pero están convencidos de que esta, la que tenemos, no la quieren; hay gritos escritos, como los que presento aquí cada lunes y como los que pueden leerse a diario en muchos otros medios. Lo decía Ketama: "No estamos lokos, que sabemos lo que queremos. Vive la vida, igual que si fuera un sueño pero que nunca termina, que se pierde con el tiempo". Quienes están locos son los que creen que esto se soluciona dejando pasar el tiempo, intentando contener esa emoción de la que habla Ibarra y que acabará impulsando a la gente a luchar por lo que quiere.