Mucho mejor uso se merecía la casona de Edmond Rostand, autor de Cyrano, el imponente narigudo, amador, deslenguado, aguerrido y sabio, cuya memoria no debería haberse visto mancillada por la presencia entre sus muros de esa pandilla de supuestas «personalidades». Personalidad abarca un campo semántico de tal categoría que en el mismo caben Cristo y Mahoma, César y Bruto, Descartes y Pascal, Nadal y Gasol, Picasso y Banski, Del Bosque y Mourinho o Serrat y Sabina. Y como en el lenguaje no tiene razón el que la tiene sino el que la impone, según la auténtica personalidad de Saussure, el querido lector me disculpará la insolencia si admito como personalidades tanto a Obama, Macron o Merkel como a Rajoy o Iglesias --a Echenique no llego--, fíjense si es ancha la sombra del populismo.

Tan dispuesta me hallo a aceptar pulpo por animal de compañía, que aplicaré el mismo trato personalicio a Banderas y al Chiquilicuatre, a Bustamante y Plácido Domingo, a Belén Esteban y la reina Letizia. Hasta a emparejar a Shakespeare con Corín Tellado llego. Todo antes de reconocerles el título fervorosamente concedido por la prensa manipuladora o ignorante a todos esos pájaros bien o malintencionados, reunidos bajo tan dignos muros, para el indigno y hediondo acto de cobertura y propaganda de quienes, habiendo perdido gracias a todos los dioses que en el mundo ha habido, a la lucha de las Fuerzas Armadas y a la sangre de los inocentes, su endemoniada cruzada del mal, pretenden ahora transformar su inapelable derrota en ceremonia del desconcierto.

Váyanse a su casa a comer sopitas las pretendidas personalidades, púdranse en su odio los que tanto dolor causaron, cumplan todas sus penas los asesinos, preserven la memoria verdadera de la verdadera historia los manuales, las noticias y la prensa, perdóneles Dios, y recuerden todos aquellas palabras de Cyrano, bajo cuyos muros nunca debieron reunirse: ¿Qué quieres que haga, adular con vileza los cuernos de un cabestro por temor a que me lance un gesto siniestro…tragar un sapo? No gracias, no gracias, no gracias.