U na cosa es que los partidos políticos adopten las mejores técnicas del márketing para conseguir motivar a los electores indecisos y otra muy distinta que acaben teniendo un comportamiento que recuerda al que ponen en práctica las cadenas comerciales que ofrecen todo tipo de descuentos en periodos dominados por la necesidad de vender.

Y es que la lluvia de ofertas electorales a la que la sociedad española ha asistido en los últimos días, principalmente procedente de los dos partidos, el PSOE y el PP, que aspiran a formar gobierno desde marzo hasta el 2012, y que se han centrado particularmente en la reducción de impuestos, no son propias del debate político que merece uno de los países grandes de la Unión Europea. Y más cuando estas elecciones se pueden convertir en una especie de laboratorio europeo --de la misma manera que el pasado fin de semana ya lo fueron los comicios parciales en Alemania-- sobre cómo se están tomando los ciudadanos occidentales los atisbos de crisis económica que auguran los mercados financieros.

El PSOE acaba de dar el último campanazo al proponer, incluso antes de cerrar su programa en materia de impuestos, en el que hasta ahora solo contemplaba algunos ajustes en los grandes tributos directos --IRPF y Sociedades--, que en la liquidación del IRPF del 2007 que se hará en junio, todos los contribuyentes reciban una devolución lineal de 400 euros. Según las razones esgrimidas para llevarla a cabo, la medida se pretende vincular al hecho de que los españoles han perdido poder adquisitivo como consecuencia del aumento de las hipotecas. Se trata de una medida sin precedentes en este impuesto, que grava los ingresos anuales de las personas. Dicho así, esa medida fomenta la impresión de que los contribuyentes pagan demasiados impuestos, un mensaje más propio de la derecha neocon que de un programa socialdemócrata.

El PP, por su parte, mucho más descarado en la reducción de impuestos a los que tienen mayores rentas, se adentra en las promesas más propias de la izquierda, con iniciativas dignas de un jugador de póker: si el PSOE promete 300.000 plazas en guarderías, el PP, 400.000; si ofrece crear 2.000.000 de empleos, ellos 2.200.000. Un dislate mayor.

Paren, por favor. Porque quienes prometen a los electores --que a estas alturas de la historia de cualquier país democrático son algo más que contribuyentes-- que pagarán menos por recibir más servicios merecen quedar bajo sospecha. Antes de prometer dádivas de todo tipo --incluso segmentadas según edad, sexo y condición laboral--, hay que explicar algunas cosas que sí interesan a los ciudadanos. Por ejemplo, cómo nos va a afectar el cambio de ciclo económico y qué instrumentos tenemos para hacerle frente. Es lo que han de explicar los políticos que aspiren, de verdad, a encabezar un gobierno que lo va a tener difícil, sea cual sea su color, y que de momento se pierden en el menudeo de las rebajas indiscriminadas de impuestos.