La partida a cuatro en que se ha convertido la política vasca no es apta para ánimos poco templados. El último reparto de cartas salido de las elecciones generales ha dejado a los jugadores de este mus más preocupados por identificar si tienen compañero en la mesa que por jugar sus propias cartas. De momento, el último año --16 meses, si somos rigurosos-- de legislatura vasca arranca con una paradoja que no es tal: los partidos que mejores cartas parecen haber sacado del último reparto --Amaiur y PNV-- son los que están pidiendo mus. Quieren otro reparto en forma de elecciones autonómicas anticipadas. La ronda la ha cortado ya el PSE, que, por escaso juego que tenga hoy en sus manos, necesita tiempo para recomponer filas antes de soltar el rey que aún le queda: el Gobierno vasco. No se puede permitir hoy unas elecciones anticipadas que podrían llevarse por delante no solo ese Gobierno socialista sino, tal vez, sus propias posibilidades en la política nacional española.

Patxi López ha empezado por asegurarse de que sigue teniendo un compañero de partida al otro lado de la mesa. La respuesta de Basagoiti ha sido satisfactoria, porque no entra en los planes del PP vasco dejar de apoyar a un Gobierno que no lo ha desgastado hasta la fecha. Tampoco le ha permitido crecer electoralmente, pero, a fin de cuentas, no lo ha hecho en respaldo social el PP de Rajoy pese al tsunami azul que inundará las cámaras legislativas los próximos cuatro años. En votos, el PP vasco repite respaldo, como prácticamente lo hace el hermano mayor. Al lado se encuentra en Euskadi un PSE en el que se ha reproducido el descalabro general, más por incomparecencia que por KO. Incomparecencia de la base social de izquierdas o decantación hacia el castigo, pero no por cambio de bando hacia Rajoy, como tampoco lo ha habido hacia los de Basagoiti.

XASI Y TODOx, el problema principal de esta pareja de juego en Euskadi es que, en adelante, Patxi López no tendrá muy claro si es el destinatario de las señales de Basagoiti. Los desencuentros en asuntos centrales de la gestión vasca empiezan a tomar cuerpo y el PP ha hallado una vía de entendimiento con el PNV en materia fiscal y mutuo respaldo presupuestario. El pacto entre ambos partidos en Vizcaya y Alava deja al Gobierno vasco escorado hacia el encuentro con la izquierda aberzale en materia fiscal en la Diputación de Guipúzcoa. El PSE aún no ha decidido si pasar de este envite o aumentarlo alineándose con la desarmonización fiscal que propone Bildu, para lo que esta necesita los votos socialistas en las Juntas Generales.

Al otro lado, la pareja aberzale no disfruta de mayor cohesión. Los resultados de Amaiur en las generales le permiten mostrarse condescendiente y rescatar el discurso de la unidad en Madrid mientras choca en las instituciones vascas con el PNV por el modelo de país desde el punto de vista fiscal, administrativo y de descentralización. El PNV tiene pendiente interpretar si el guiño que hoy recibe de Amaiur para unificar la acción soberanista en el Congreso tiene algún recorrido. De momento, la desconfianza prima, porque no se enseñan las cartas propias a quien hasta la fecha había planteado la partida como un órdago permanente al liderazgo nacionalista del PNV. Y Amaiur basó su campaña en ofrecerse como la única fuerza soberanista que defendería el derecho de decisión en el Congreso.

Significativo en este cambio de estrategia es el papel de Navarra. El territorio foral vio en el pasado mermar la significación del PNV hasta casi hacerla testimonial. La experiencia de Nafarroa Bai, de la que participó siempre el nacionalismo histórico, no fue nunca apuntada en el haber de los jeltzales sino en el de la escisión valiente que en su día fue Aralar para la izquierda aberzale y como el último rescoldo de vida de Eusko Alkartasuna en los peores momentos. La irrupción de la izquierda aberzale provocó la salida de EA, primero a través de Bildu y de Aralar, y después en Amaiur. Sin embargo, el movimiento cívico de corte euskaldún que nació y creció en Nafarroa Bai no se ha diluido dejando una carcasa vacía. En poco más de 6.000 votos se ha quedado la ventaja de Amaiur sobre una experiencia contra toda lógica, Geroa Bai, construida en torno a Uxue Barkos , con el único sustento del PNV y un colectivo social independiente navarrista obviamente desgajado de EA y Aralar. El mensaje enviado al liderazgo de la izquierda aberzale tradicional en la coalición soberanista ha sido claramente contestado.

Y en esta partida de señas falsas, en la que parece haber más reyes que los de la baraja, a Patxi López le hacen pocos favores quienes ahora le miran como uno de los pocos líderes socialistas no quemados en el duro final del zapaterismo. En su entorno descartan un eventual salto a la política española antes de finalizar la legislatura vasca. Pero no niegan que en el futuro podría y quizá debería tener un papel central en el PSOE. Son voces que abogan por un liderazgo de transición que salga del próximo congreso ordinario y un papel principal, pero sin público desgaste para el lendakari hasta que el 2013 recomponga la mesa de juego en Euskadi y se vea dónde queda cada cual. Hasta entonces, le queda no dar mus pese a las peticiones aberzales y confiar en que el PP no comparta demasiadas cartas con el resto de jugadores.