TYta tenemos ahí la nueva polémica política, para llenar páginas y páginas de los medios informativos y para alimentar el debate político de los partidos, por si lo del Estatut no fuese suficiente. Me refiero al anunciado congreso de la ilegalizada Batasuna, previsto para el 21 de este mes. Escucho a Arnaldo Otegi , que habla de ello como si se tratara de un hecho normal en la vida democrática, algo que piensan hacer con prohibición o sin ella. Y ya se han desgranado todos los argumentos en contra de una pretensión considerada fuera de lugar e irrealizable por tratarse de una organización ilegal. La cosa es un poco más compleja de lo que predican unos y otros. Batasuna es ilegal, sí, pero detrás de ella hay 250.000 electores vascos, que son un porcentaje elevado y significativo, y detrás de ella están los miles y miles de ciudadanos que acuden a sus convocatorias de manifestación en las grandes ciudades de Euskadi. Los dos hechos son reales e incontrovertibles. Es preciso buscar una salida para ese laberinto.

Para ello no valen las propuestas de solución llenas de simplicidad, como las aducidas tanto por la propia Batasuna como por los enemigos absolutos de que tal congreso sea realizado. Soluciones tan simples como las del PP contra el Estatuto de Cataluña, que al parecer ahora pretenden combatir de nuevo por la vía de las movilizaciones callejeras, una vía a la que la derecha pura y dura tanto cariño ha tomado en los últimos meses, pese a sus descalificaciones globales de quienes utilizaban la calle y las pancartas para manifestarse contra una cosa mucho más grave y más seria, como era la guerra de Irak y la participación española en la misma. En lo del pretendido congreso de Batasuna habrá que hilar muy fino en lo jurídico si se quiere alcanzar la doble finalidad de impedir un congreso ilegal y de respetar el derecho de reunión de los ciudadanos, si se opta por la vía de solicitar o realizar el acontecimiento en nombre de personas privadas y sin significación aparente en el entramado organizativo de la coalición ilegalizada.

*Periodista