Remitía ayer Luis del Val (SER) su carta abierta a "los escrupulosos" que desde algunas trincheras mediáticas criticaban la intervención quirúrgica realizada en Singapur a las dos siamesas iranís, operación frustrada y frustrante pues Laleh y Ladan sólo vivieron dos horas por separado. "Para juzgar con fundamento --decía Del Val-- hay que ponerse en el lugar de estas chicas, en el horizonte de vida, en la imposibilidad de formar pareja, procrear o, mucho más simple, ser individuo, existir unitariamente tal como Dios --lo digo para los escrupulosos católicos-- creó al hombre y a la mujer".

Los escrupulosos se habían desayunado con el editorial de Abc, que concluía así: "No se puede supeditar por principio el valor de la vida a la calidad de la vida". Pero resulta que en el mismo diario, Luis Ignacio Parada animaba al doctor Keith Goh, el neurocirujano que dirigió la laboriosa operación. Le decía Parada a Goh: "Sólo el valor para afrontar grandes retos ha permitido que hoy sea viable un transplante de corazón, hígado o riñón, que un robot nos opere siguiendo instrucciones dictadas a distancia... No se deprima. En la historia de la cirugía todo es imposible hasta que llegue alguien que no le importa, y lo hace". En Onda Cero, Luis del Olmo preguntaba: "¿Se ha incurrido en temeridad en el caso de las siamesas?", y Ramón Tamames contestó: "Se ha hecho lo que se tenía que hacer, porque ellas lo querían", mientras que José María Calleja sentenció: "Dos personas adultas tomaron una decisión libre para acabar con su drama y lograr una vida mejor". No tuvieron suerte.