TSte utiliza mucho la increpación. No sabe decir que no . Y es que hay gente que no sabe decir que no. Tal vez sea una de las acusaciones más piadosas que se le puede hacer a alguien. No negarse, salvo a cometer fechorías, no es nada malo aunque, a veces, sea pintoresco. Uno mismo es incapaz de negarse a muchas cosas.

Pero lo del amigo Pascual es para nota. Se le ocurre llegar a Coria con la familia en un día lluvioso. Se detiene ante la catedral y un hombre que sale de la seo, le pide un favor, una simple ayuda, mover unas andas. Tras una larga espera en la que la familia empieza a temer que se haya ido al Cónclave, Pascual sale bajo unas andas, con gabardina y todo, y en procesión camino de no sé qué ermita que estaba allí donde Cristo perdió el mechero. La cosa quedó en fotos, increpación y, supongo, una carita de... Yo le entiendo, entiendo a Pascual porque me niego a pocas cosas. La última, cuidar a un perro vecinal. Nada del otro mundo, tan sólo un fin de semana. Y, lo más grave, sin que nadie me lo pidiera, por piedad, por meter la nariz donde nadie me llamaba: Pues si el perro es problema... yo mismo .

Dos denuncias por ladridos, una alfombra echada a perder, tres fregonas empercudidas, un paseo bajo la lluvia a las dos de la madrugada sin que el perrito obrase, mi señora sin dormir, los niños sin estudiar, y la vecina que me pone verde porque le cuento, a la vuelta, que su perro se ha comido tres muslos de pollo: "¿Y los huesos? ¿Qué pasa con los huesos?".

¿Se imaginan a toda una familia viendo salir a su esposo y padre portando unas andas sin santo camino de una ermita lejana? ¿Se imaginan a una familia increpando a un dramaturgo que no sabe manejar un perro?

*Dramaturgo y directordel consorcio López de Ayala