A finales de 2010 la deuda pública española (lo que debe el Estado a los acreedores nacionales e internacionales) era de unos 640.000 millones de euros (cifra que representaba el 60% del PIB). A pesar de las cifras, es de las más bajas de nuestro entorno y siempre se ha situado por debajo del 60% del PIB, tal y como exige el Tratado de Maastricht a todos los gobiernos de la UE. No ha sido hasta el inicio de la crisis cuando la deuda pública española ha empezado a aumentar, ¡precisamente por la necesidad del Gobierno Central de emitir deuda pública para poder hacer frente a las ayudas a los bancos privados!

Porque los principales acreedores de la deuda pública española son los mismos bancos españoles. Son ellos los que están obligando al Gobierno a endeudarse para transferir la deuda privada en deuda pública. Son ellos los que están endeudados, los que están presionando al Gobierno a llevar a cabo las ´reformas´ que están acabando con el Estado del bienestar, presentándolas como necesarias e inevitables. Es, cuando menos, una paradoja que los mismos actores que causaron la crisis sean quienes exijan que sea la población, a través de la presión y chantaje que se hace en el Estado, quien pague la fiesta de los años de crédito fácil. Cuando se nos dice que hay "presión de los mercados financieros" debemos saber que esta presión tiene nombres y apellidos españoles, tal y como son el de Emilio Botín del Banco de Santander, o el del Francisco González del BBVA, de Rodrigo Rato de Bank o de Isidre Fainé de CaixaBank.

La única alternativa pasa por decir no. No pagaremos ´sus´ deudas, las que ahora el Estado está adquiriendo para salvarlos de la quiebra. Debemos decir no al chantaje de una deuda que es ilegítima.

Daniel Gómez **

Badajoz