El cansancio de los antiguos electores de la izquierda es manifiesto. Hablan de ello en conversaciones personales, lo confiesan por las radios que abren los micrófonos para que opinen los oyentes y se recoge con nitidez en los sondeos: tienen la intención de abstenerse en las próximas elecciones. No apoyarán a los candidatos conservadores, pero los suyos se van a enterar.

Las elecciones que hay en el horizonte se están planteando a partir de este esquema. Además de no ir a las urnas quienes siempre se han desentendido de la política (un tercio largo del censo), les imitará una buena parte de los que creen --o por lo menos creían-- en ella desde una sensibilidad socialista. Los estudios de opinión subrayan que no tienen la intención de desplazar su voto a otras formaciones: se abstendrán. Es su derecho y lo ejercerán, posiblemente en una proporción sin precedentes. El resultado es previsible: este país con mayoría progresista se sumará al paquete de los que en las últimas elecciones han mandado a la izquierda a la oposición. En el color azul gaviota del actual mapa político europeo dejaremos de ser una excepción rosada.

XANTE ESA TENDENCIAx general, me asomo a la ventana para ver lo que pasa fuera. Tenemos el ejemplo francés. Sarkozy aplastó a los socialistas con un prometedor programa de liderazgo fuerte, regeneración democrática y reactivación económica a partir de trabajar todos un poco más. Bluf: eran solo palabras. Francia continúa económicamente floja, multiplica los recortes a los trabajadores y encima ha reabierto costuras peligrosas mal cosidas como la inmigración, la cohesión social o la desvertebración de la juventud.

También podemos tomar nota de lo que les pasa a los británicos. Echaron a los decepcionantes laboristas, pero es ahora, tras las elecciones, cuando desaparecen las vaguedades que formulaban los conservadores durante la campaña electoral. Cameron quiere acabar con las ayudas sociales generales. Los trabajadores y la clase media van a perder prestaciones del Estado del bienestar que existen desde hace más de 50 años, como las ayudas familiares. No nos lo podemos permitir . Recuerden algo: el Partido Conservador también les dijo a los británicos, cuando les pedía el voto, que su propuesta no era recortar, sino salir a flote generando más riqueza.

La bandera del No nos lo podemos permitir , que llega para quedarse, la esgrimen tanto los gobiernos de derechas como los de izquierdas, pero sería prudente no caer en la simplicidad de pensar que todo es lo mismo. Zapatero ha cometido muchos errores en su gestión de la crisis, tenemos argumentos para estar decepcionados, pero se le debe reconocer que ha hecho lo que ha podido para no hacer primero y para demorar después el tijeretazo. Objetivamente, eso ha sido un error; el viaje a la gran austeridad debía haberse hecho antes. Pero su equivocación ha ido en la dirección de querer prolongar demasiado la integridad de las coberturas sociales. Pronto veremos que otros teorizan entusiasmados para cometer errores en la dirección contraria.

Zapatero forma parte de la izquierda floja que desde el poder no ha sabido o no ha podido encontrar fórmulas para contrarrestar el descontrol del hiperliberalismo reinante en la economía mundial desde la caída del muro de Berlín. Tampoco ha reconducido las alegrías suicidas de nuestro boom del ladrillo. Gobierna en un tiempo de declive objetivo: el mundo se recompone y posiblemente Europa durante muchos años no vivirá tan bien como hasta ahora. La derecha culpa de ello exclusivamente a los gobiernos; la moda lleva a muchos electores de izquierda a pensar lo mismo. Pero todos los datos señalan que hay que hacer recortes y que, en definitiva, en las elecciones todo lo que podemos decidir es quién y con qué estilo se hagan.

En línea con Gran Bretaña, aquí la derecha no concreta nada sobre lo que piensa hacer contra la crisis. Rajoy , que poniéndose transparente y de perfil acaba de ganar una huelga general, descalifica sin paliativos a Zapatero, promete generar riqueza, disminuir el paro, no recortar prestaciones, aligerar la deuda y bajar los impuestos, pero no dice cómo y la suma de todo eso no cuadra en 100. Guarda la bandera del No nos lo podemos permitir para cuando haya ganado. Y pide a la opinión pública que Zapatero, que ha tenido que enseñarla antes desde el poder, pague por ello. Así es la vida.