Lo que no parece de recibo es quejarse ante la pasividad social y volverse a quejar cuando esa pasividad se torna en concentraciones activas y demandas de regeneración que nacen por las plazas de media España. Lo que no es de recibo es afirmar que "parte de los indignados mantienen contacto regular con Batasuna-ETA". Lo que no es de recibo es que los partidos, culpables por su voracidad de poder e insensibles durante décadas --tanto estando en el Gobierno como en la oposición-- a cambios que son más que necesarios, traten ahora con guante de seda a quienes les demandan y hasta se atrevan a pedir el voto de los que predican no votarles y les denominan jabonosamente "progresistas críticos" (presidente ZP ).

Los de las plazas ni son progresistas críticos ni peligrosos filo-terroristas. Y no lo son porque allí hay de todo y lo mismo se defiende el derecho de las focas que la quema del Congreso. Pero eso es lo de menos y el que no lo quiera ver así, me temo que pierde un tren importante. Lo accesorio es lo imposible, la vieja utopía, tan siempre necesaria, de la asamblea como suprema y única voluntad popular, las propuestas descabelladas y las mucho más coherentes. Eso da igual. Como da igual --y es perverso-- hacer la comparación en cifras: mientras en las plazas se reúnen unos pocos miles, a las urnas acuden millones. No se trata de eso, creo yo.

Lo que este movimiento ha supuesto --con gran sorpresa de todos, partidos, sindicatos, medios de comunicación y hasta es posible que inspiradores del mismo-- es el comienzo, seguramente con fecha de caducidad, de la expresión de un sentimiento de hartura generalizado en la derecha y en la izquierda, en los mayores y en los jóvenes, en los hombres y en la mujeres, en una ciudadanía que ha asistido cada vez más decepcionada no sólo a la legislatura más desastrosa de la democracia española, esta última de ZP, sino a la pasividad y a la hipocresía de los dos grandes partidos ante unas reformas que son un clamor hasta ahora silencioso y una necesidad para que le democracia sea lo que todos queremos que sea.