El organismo público encargado de auscultar de manera permanente la opinión de los españoles, el CIS, considera que está más en la calle la preocupación de los españoles por la inseguridad ciudadana y por la permanencia en la cárcel de los terroristas que por la guerra contra Irak. Sin duda, los responsables del centro se guiaron por ese criterio para introducir en el barómetro de enero preguntas sobre la reforma del Código Penal, aunque ninguna sobre la crisis internacional en la que España, por expresa intención de Aznar, ha cobrado un protagonismo destacado. Al centro no le ha salido bien la estratagema, pues si lo que se pretendía era diluir el malestar por la crisis del Prestige con la averiguación tardía del grado de rechazo del Gobierno, los datos siguen siendo contundentes: los españoles suspenden sin paliativos al Gobierno y a la Xunta por su actuación en las costas gallegas en los últimos tres meses. El barómetro refleja bien, pese al previsible maquillaje final, que hay ganas de que el PSOE lo haga mejor que el PP. Es lo que se llama empate técnico en la intención de votar al Gobierno o a la oposición. Tres años después de su mayoría absoluta, el PP sigue con fugas. Como el Prestige.