Suiza, eh. País de moda. Casi siempre, pero aún más en las últimas semanas. Y no por la apertura de sus prestigiosas estaciones de esquí. Frío, frío. Es una nación atractiva la suiza, esa confederación helvética cuna del estimado secreto bancario y paraíso fiscal europeo en medio de un mar de "infiernos" fiscales para los ciudadanos que usan (cada vez menos) el eurito y sus billetes de colores. Habrá que abrirse una cuenta allí, que al parecer hay muchos españoles que ya lo han hecho. Y no le va mal el tema, la verdad.

Demos gracias a que, en general, la prensa europea e internacional ha estado ignota del festín de cuervos que nos ha asolado en nuestra propia prensa y política patria. Muestra de un estado clientelar que no distingue colores y credos, y que, nos guste o no, nos está definiendo paulatinamente como país. La transparencia brilla por su ausencia, y los pactos suenan a tapadera de alcantarilla más que a sano ejercicio político. Hay que sumar esas gracias a los que somos extremeños la perspectiva de que no vivimos un clima político tan viciado. Bueno, excepción hecha para el lío en el socialismo placentino y lo que nos venga de Feval, que intuyo no será poco. Vale, tampoco estamos para tirar cohetes, lo sé. Y digo que suspiremos y que menos mal que más allá de nuestras fronteras no se están cebando con nuestras contabilidades bes y nuestras facturas falsas porque los mercados nos están dando un largo respiro, e incluso ya hay quien habla del ansiado final del principio. Es complicado, pero hay voces que se alzan y que nos permitirían ver algo de luz más allá del broteverdismo propio de los gobernantes españoles. Pero no nos sobran los motivos, ya verán. Y la política, como no, está en el eje de esto.

XPOR PARTES.x Como he dicho, varios expertos han destacado en las últimas semanas que la estabilidad en la crisis de deuda y la recuperación de la confianza en la economía global eran más señales de una tendencia que meros destellos fugaces. Sin excesivos optimismo, porque las alarmas siguen ahí. Destaca el editorial del economista jefe de Allianz SE, Michael Heise , en el Financial Times que lleva en su título la palabra "Crexit", o lo que es lo mismo "crisis + exit", la salida de la crisis. En su opinión, resumida, la decidida declaración de Draghi hablando de la supervivencia del euro ("lo que sea necesario"), los ajustes en los países como España y el frenazo en la huida de capitales y depósitos en la periferia llevan a pensar que, de una vez, se toman medidas que tendrán sus frutos duraderos, y que no son los parches que hasta hora se han ido, con mayor o menor fortuna, usando. Me gusta ese optimismo que augura una salida de la crisis. Por fin.

Pero... siempre hay un pero, por supuesto. No hay rosas sin espinas, y todavía estamos rodeados de muchas de ellas. Como mucho, esto sería el fin de la "primera parte", una parte que te permite que no te asfixien financieramente desde fuera y que normalizaría, por ejemplo, nuestra prima de riesgo. Que está, a día de hoy, al nivel de Zambia, oiga. Y esto normal lo que se dice normal no es. Ni puede seguir siendo.

XLA SEGUNDAx parte sería volver a la senda del crecimiento económico ¿Y qué ensombrecería esa virtual salida de la crisis? Pues dos motivos que están íntimamente ligados a la gestión política y a conseguir recuperar la confianza en España como país destino de inversión. Uno, el paro. Con una tasa de desempleo aún creciente (tras un lustro de crisis) y sin crecimiento, nos encontraremos con la posibilidad de atender esas prestaciones sociales y con un frenazo enorme a nuestra competitividad. Un lastre económico y un drama social. Dos, el sector público. Si Estado, Comunidades y Ayuntamientos no se comportan como el sector privado y empiezan a recortar en gasto, no habrá salida que valga. Recortes de verdad, no cosméticos y no en servicios al ciudadano. Tocando hueso en el todo subvencionado y en las agencias, embajadas y demás dislates con dinero de todos.

Así que bien, en la senda, pero sin razones aquí para un optimismo desbocado. Y menos en el gobierno. Y aún menos para que no ayude la oposición. Porque para otras cosas y otros "gastos" sí que nos sobran los motivos, que diría el maestro Sabina . Para pedir que se rinda cuentas. Y no sólo las de Suiza.