De un tiempo a esta parte sólo se habla de economía. Es demasiado. El contraste es enorme con aquella época en que se consideraba de mal gusto hablar de dinero en las reuniones sociales. Todo empezó hace veinte años cuando comenzaron a publicarse diarios, impresos en papel salmón, que sólo hablan de temas económicos. Los diarios de información general, para contrarrestar, ampliaron sus secciones de economía.

Ahora llevamos unos meses que es raro el día en que la portada de los periódicos no se dedica a algún tema económico. Entre la cifras del paro, las ventas de pisos, las subastas del Tesoro, el volumen de hipotecas, las ventas de coches, o el promedio del Euribor, los periódicos tienen más números que una guía de teléfonos.

Y lo mismo nos pasa con los telediarios que conectan todos los días con la Bolsa como si fuera un frente de batalla en una guerra civil. Hasta las pantallas bursátiles se tiñen de rojo para poner de relieve el dramatismo de las cifras. Y además de la Bolsa, tenemos las noticias de la prima de la deuda, que hace un año no la conocía nadie y ahora nos hablan de ella todos los días varias veces. La dichosa prima sube o baja más que un ascensor, y no sólo aquí, sino en todos los países.

XAHORA TODOSx somos expertos de economía. Incluso en la barra del bar, con tanto equipo de fútbol al borde de la quiebra, o en concurso de acreedores, no se habla tanto de goles como de los balances contables de las sociedades deportivas.

Cierto que la pela es la pela, pero nos estamos pasando. En la vida hay muchas otras cosas interesantes. No vamos a negar que hace falta tener algún dinero para ser feliz, y que los cinco millones de personas sin empleo son un drama mayúsculo. Pero los mecanismos de protección social, familiar y de solidaridad están funcionando.

La prueba, afortunadamente, la tenemos en que no se aprecian signos de ruptura social, y aunque es obvio que Cáritas y muchas otras entidades de apoyo a los desvalidos se encuentran desbordadas, no vamos a permitir que nadie se vea privado de alimento, alojamiento y asistencia sanitaria.

A lo mejor deberíamos poner el acento de las medidas comunitaristas y de apoyo mutuo que pueden ser necesaria en el nuevo tiempo que se avecina. Porque el problema no es coyuntural. Europa se ha hecho vieja y ha perdido en buena medida la situación de privilegio que tuvo durante décadas, cuando la tecnología era nuestro coto cerrado y el mundo entero era nuestro mercado.

Es una evidencia que los chinos empezaron hace treinta años fabricando juguetes y cachivaches de poca monta. Pero ahora fabrican ordenadores, aerogeneradores, trenes de alta velocidad y hasta lanzadores espaciales. Dentro de poco competirán con la fabricación de aviones.

Al igual que el Imperio Romano en el siglo IV, nos ha llegado la decadencia cuando más nos hemos acostumbrado a la molicie y al acomodo. Las tribus bárbaras que ocuparon el Imperio no salieron de la nada. Siempre estuvieron ahí, pero la disciplina y el rigor militar de las legiones romanas los tuvo siempre a raya. Fueran persas, partos, galos o germanos, las tribus hostiles sólo lograron penetrar los límites del imperio cuando Roma se descompuso desde dentro.

Del mismo modo Europa ha perdido buena parte de su ventaja económica. Pero tenemos una insuperable infraestructura de transportes, telecomunicaciones, educación y medicina. Si somos conscientes de ello podemos ser muy felices con bastante menos dinero. Porque lo más caro ya lo tenemos construido y es posible disfrutar con menos nivel de recursos.

La vida es diversión, deporte, charlas con los amigos, paseos por el campo o la playa. La vida es, sobre todo, relación con otros seres humanos. Un cuerpo saludable y una relación amorosa sigue siendo más importantes que las inversiones económicas.

Los países del Mediterráneo podemos tener muy alta la famosa prima pero tenemos un clima envidiable, para no hablar del vino, el aceite, las almendras o las naranjas. La cultura de Occidente (que luego alumbró a todo el mundo) nació y creció en las orillas del Mediterráneo, y no por casualidad. Los dioses fueron generosos con este rincón del planeta, y lo siguen siendo hoy en día. Tenemos mil motivos para ser felices aunque haya que hacer otro agujero en el cinturón. jesusbuenoreicaz.com