Científicamente, la única novedad del calor que padecemos en España desde hace casi dos meses es que ha durado más que otras veces y que los termómetros han batido no pocos récords. Pero en el conjunto de Europa estos hechos contrastan con lo que sucedía hace un año, cuando inusitados desbordamientos de ríos llegaron a incidir en las elecciones alemanas. Ahora las aguas fluviales son muy cálidas para refrigerar las centrales nucleares, en especial en Francia, donde el tórrido clima actual ha causado demasiadas muertes y ha abierto una seria polémica por las disfunciones del sistema sanitario.

La cuestión de fondo estriba en saber si todo lo que está sucediendo en estos días abona las razones de quienes alertan del cambio climático. No se puede asegurar porque los científicos necesitan periodos mucho más largos para sacar conclusiones, aunque ya saben que en el último siglo los años más calurosos se han concentrado en las últimas dos décadas. Son datos suficientes para exigir que se recupere el principio de precaución (como se hace con los cultivos transgénicos o las antenas de telefonía móvil), porque si lo que está ocurriendo se debe al calentamiento del planeta, hay que cambiar la política medioambiental.