Por más que lo intento no consigo estar de acuerdo con los uniformes escolares.

Me crié en un pueblo donde solo llevaban uniforme escolar los alumnos de un colegio privado y en más de una ocasión sentí sobre mis ropas normales la mirada despreciativa de esos alumnos privilegiados que menospreciaban mi aspecto de hija de pobre. Jamás me sentí inferior ni traumatizada, ya que en mi casa me educaron en la conciencia de que se me vestía con arreglo al presupuesto familiar y de que había cosas más importantes en esta vida que las telas que te cubren.

Así he educado a mis hijos, intentando dar más importancia a los valores personales que a los indumentarios y explicando que esas grandes marcas lo son porque gastan enormes cantidades de dinero en publicidad y en contratar a los deportistas de élite que son grandes gracias a su esfuerzo y trabajo y no al símbolo de la camiseta o las zapatillas que visten.

El uniforme escolar evita el conflicto a la hora de ir al colegio, pero... cuando están en casa, los fines de semana, vacaciones, etcétera ¿el problema se soluciona automáticamente? Francamente, creo que no, supongo que no estarán también uniformados cuando salgan a pasear el sábado por la tarde.

Personalmente me parece que es poner parches en lugar de curar la herida. Deberíamos hacer entender a nuestros hijos que es más importante pagar la hipoteca todos los meses que comprarse un chándal de la marca x.

Insinuar que un uniforme casi evitaría el fracaso escolar y haría "disciplinados" a nuestros hijos me parece echar balones fuera y no reconocer dónde está el verdadero problema de la educación actual.

El respeto, el cumplimiento de las normas, el valor del trabajo y la disciplina es algo que hemos de enseñarles en casa. El colegio está para darles cultura; la educación viene del seno familiar y los profesores nos ayudan, jamás deben sustituirnos.

Rosa M. García Redondo **

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