El río discurre bien, no con aguas transparentes porque eso sería pedir evocar a Milton y ya sabemos que el tiempo, es decir, el viento y el agua, se llevó el paraíso que perdimos entre todos. Merced a los planes de la República, algunos de los cuales (muchos) ejecutó el franquismo, y los de la democracia (entre otros, el tan denostado por la derecha extremeña del pantano de la Serena), el Guadiana se defiende de las posibles lluvias torrenciales. Su hermano Tajo hace lo que puede, porque de todos es sabido que antes de llegar a tierras extremeñas ha recorrido lo suyo.

¡Qué lejos quedan las elecciones y cuánto perdura el dolor del 11-M y la incertidumbre de la amenaza del terrorismo! Y, no obstante, parece que una mayoría de españoles respira mejor.

Zapatero ganó y convenció a una mayoría que puede cambiar de opinión a poco que el nuevo presidente falle en sus propuestas de regeneración. Es la grandeza del sistema democrático. Pero para ello tiene que pasar el tiempo. Por eso llaman la atención las destempladas voces de los opositores en el ámbito extremeño. ¡Qué radicalidad, qué juicios tan extemporáneos! Mientras Rajoy trata de emprender la tarea de hacer olvidar a Aznar y su cerrilismo, los líderes (¿) del PP extremeño se tiran al monte sin licencia de caza ni escopeta. Quiero comprender que es un problema derivado del mundo de la comunicación: del directo, del diferido y del virtual. Ves y oyes a Floriano , persona respetable, espetar repeticiones miméticas del primer discurso del dedocrático secretario del PP, Rajoy , e imbricarlas en el ámbito extremeño sin más argumento que el cabreo, la rabia y la impotencia, causaba tal pavor que enseguida uno se repetía el titular del artículo que dediqué a su gran jefe que ha hecho mutis por el foro por la voluntad popular. Que hable Floriano , que cuando más hable, si sigue por este camino, más espanto causará.

Lo mismo se podría decir de la disonancia de voces entre el líder de IU en Extremadura y Llamazares , pero me pueden argüir que su jaula de grillos es fruto de la democracia interna, y no tengo nada que objetar. Hay que respetar las minorías.

En verdad que el hecho más llamativo, el que de momento más nos afecta a las orillas del Tajo y del Guadiana, ha sido la remodelación del Gobierno regional. Sin entrar en consideraciones futuras, la realidad es que han sido tan lógicas y consecuentes con el ideario y quehacer de Rodríguez Ibarra tras tantos años al frente del Ejecutivo extremeño, que apenas llaman la atención (salvo las consabidas y esperadas apreciaciones tópicas de la oposición, que tampoco le da mucho al caletre).

Estaba cantado el ascenso (en responsabilidad) de Leonor Martínez-Pereda , que heredaba un cierto trabajo en común con la actual ministra de la Vivienda. Por cierto, me siento orgulloso de que una extremeña, María Antonia Trujillo , desde aquí, desde la tierra, se vaya a Madrid, al Gobierno de la nación, aunque no signifique ninguna panacea añadida para los de dentro. Novedad relativa es el resurgimiento del cargo de vicepresidente. De fácil comprensión por la ingente tarea de coordinación y tras los ultimados traspasos competenciales. Que haya recaído en Ignacio Sánchez Amor llama menos la atención, porque llevaba muchos años en sintonía y en fidelidad absoluta con el presidente. Además, está su talante y buen hacer en las tareas anteriores desempeñadas, en especial el Gabinete de Iniciativas Transfronterizas, que tanto ha contribuido a desbrozar el árido camino de entendimiento con Portugal. Y que en los tiempos actuales se nombre a una consejera encargada de la información, Dolores Pallero , es pura lógica, en especial si ya desempeñaba tareas similares en el Parlamento regional y en el partido y había acreditado su buen hacer y competencia.

Retomemos el comienzo. Nada de panorama idílico, más bien al contrario. Un aspecto es la ilusión y la esperanza renovada, el aire fresco que da la impresión que ha entrado por los Pirineos, por Levante, por el Estrecho y por el Atlántico; y otra, los problemas que aguardan, derivados de las dificultades de las propias reformas y de la reacción de la derecha, la que se considera dueña de esta vieja piel de toro. Mas nuestra esperanza (quizás, ilusoria) se extiende a que incluso esta formación política conservadora se modernice en ideas y, por tanto, en tolerancia. Es época de sueños.

*Periodista