Hemos escuchado y leído todos en distintos medios de comunicación que una pareja gaditana ha tenido un niño con el que podrán salvar la vida de otro que ya tenían, el cual padece una enfermedad congénita hereditaria (anemia congénita severa). ¡Qué bien! Todos nos alegramos de la noticia del nacimiento del pequeño Javier y pudimos ver a esos padres sonrientes, seguramente después de mucho tiempo, con su nuevo pequeño en brazos y los corazones llenos de esperanza por el futuro prometedor de Andrés de 6 añitos. ¿Pero nos alegramos todos? Pues aunque parezca mentira no, no todos nos alegramos, como siempre, la Iglesia católica ha decidido ponerse de espaldas y dar otro triple mortal hacia atrás para decirnos que esos padres han cometido una inmoralidad carente de todo resquicio de ética; he llegado incluso a escuchar en la emisora de la Conferencia Episcopal en el programa de tarde dirigido por la señora Cristina, que lo que habían hecho esos padres era exactamente igual que lo que hacían los nazis, una selección racial ¡toma ya!, y se quedan tan tranquilos. Ya les he oído hacer campaña en contra del uso del preservativo y a favor de la abstinencia sexual (pobrecitos), pero creo que esto ya roza lo esperpéntico aunque seguro estoy de que a la familia del pequeño, lo que estos señores y señoras digan se las traerá muy, muy al fresco. De mi parte, enhorabuena por el nacimiento de su hijo pequeño y por la esperanza de vida del mayor.

Ricardo Hernández Martín **

Cáceres