TUtn amigo me cuenta indignado que el notario le tomó a chifla cuando acudió a firmar las escrituras de su nueva vivienda hace una semana. El motivo es que mi amigo, que tiene 30 castañas ya, había acudido con sus padres a tan trascendente acto, comparable al nirvana en vida, o casi. Y el notario soltó una broma dando por hecho que iban a ser los progenitores los que iban a sufragar el piso del niño . Este, que trabaja desde hace años, se revolvió en su silla: "Oiga, que pago yo". Ji, ji, ja, ja. (Qué raro es escribir en tercera persona algunas veces).

A juzgar por la socarronería notarial, en Extremadura no es muy habitual que treintañeros se compren un piso. En el resto de España tampoco, claro. ¿Qué varita mágica esconde María Antonia Trujillo para que a los amigos de mi amigo no les abochornen cuando vayan a firmar sus escrituras?

*Periodista