El pasado lunes se cumplían 20 años de la riada. Las efemérides son felices, tristes, alegres, son los recuerdos y sus imágenes los que te dirigen a los sentimientos.

Cierro los ojos y veo barro y agua, la inmensidad de las imágenes del informe semanal de aquel sábado, aún siento el terror del arrase y arrastre de algo que no dejaba de ser una mezcla inofensiva con la que como una niña jugaba, agua y barro.

Por primera vez era consciente de una catástrofe natural a mi alrededor, del dolor de una comunidad que lloraba y buscaba a los suyos, de una comunidad que se paralizaba. Recuerdo la incertidumbre de mi casa, el revuelo, las llamadas, todo era demasiado para los niños, era agua y barro lo que pasaba por nuestros ojos pero nuestros hermanos, nuestros familiares estaban allí. Recuerdo algo tan potente como «hija, ayuda todo lo que puedas, no te quedes ni un minuto en la residencia».

En medio de la preocupación del estado de todos nuestros seres queridos solo se escuchaba la palabra «ayuda», para mí todo era un descubrimiento, quizá uno esa edad aprenda a gestionar esa incertidumbre y miedo ante esas imágenes en la televisión tan impactantes, la preocupación de todo tu entorno, tu hermana estaba allí y solo se hablaba de cómo se podía colaborar.

En la épica de la tristeza y devastación estaban lo que para mí eran hasta entonces jóvenes únicamente preocupados por apuntes y series, los amigos de mi hermana, en protagonistas de la ayuda a los que sufrían. Aprendí que por encima del dolor y la incertidumbre ayudar era lo primero.

Esa inmensidad de agua y barro que todo lo inundaba también lo hizo la solidaridad de una comunidad que calienta el hogar, que llena de compañía.

Quienes gestionaron desde la administración recuerdan que se pusieron un objetivo: un mes después de lo ocurrido todas las familias debían tener una casa donde pasar la Navidad, y así fue, a pesar de ser más de mil.

Esto es algo más que la solidaridad, es la concepción de un pueblo querido y unido.

Hay recuerdos, este es muy triste, hay lecciones que nunca se olvidan, ésta fue una. Todo nuestro cariño y recuerdo para cada una de las veinticinco víctimas.

Todo nuestro cariño y recuerdo para todos los que fueron ayudar a otros vecinos por encima de sus vidas.

Todo nuestro cariño y recuerdo para el pueblo extremeño que se levantó el 6 de noviembre de 1997 con el único objetivo de ayudar.