WEwl mayor informe elaborado sobre los efectos en España de la amenaza del cambio climático es inquietante. Si no se detiene el calentamiento del planeta durante las próximas décadas, nuestro país perdería gran parte de su atractivo turístico (que representa cerca del 10% del PIB) por un aumento de las temperaturas de hasta 7 grados y por la desaparición, a finales de siglo, de parte de nuestras playas. Rebrotarían enfermedades contagiosas y los recursos hídricos podrían disminuir en un 22%. Es el precio de estar entre las zonas más sensibles de la Tierra, lo que no deja de contrastar con la indiferencia con que se abordó esta cuestión mientras gobernó el Partido Popular.

El protocolo de Kioto ha entrado en vigor y España ha empezado a cumplir los deberes, aunque tarde. En lugar de reducir las emisiones que dañan la atmósfera, las hemos aumentado. Ahora ya tenemos un plan de asignaciones de derechos de emisión de gases contaminantes para los próximos años. Cumplimos con nuestra parte, pero es insuficiente. Como el resto de Europa, tenemos derecho a reclamar que el mayor contaminador del mundo, EEUU, suscriba el compromiso de Kioto y deje de jugar irresponsablemente con la suerte de todos nosotros.