TDte cuando en cuando surge la noticia de que algunos dirigentes de organizaciones de voluntariado para la ayuda humanitaria se desvían de sus legítimos fines y entran en el campo de la ilegalidad, bien por apropiaciones de fondos bien por contabilidades turbias o acciones indebidas, tal como ha hecho la ONG francesa El Arca de Zoé en lo que parece ser tráfico de niños chadianos para su adopción/venta en Francia.

Es terrible ver cómo esos niños iban a ser arrancados de sus hogares y cómo personas inocentes (tripulación española y tal vez voluntarios de a pie de la propia organización) se han visto enredadas en este asunto. A esas malas consecuencias se suman otras no menos malas, la principal es que el descrédito puede ir extendiéndose a otras organizaciones de ayuda que están luchando a brazo partido por hacer del mundo un lugar más justo.

Son muchas, muchísimas, las ONGs que están repartidas por todo el mundo trabajando denonadamente por los derechos humanos, por la igualdad, por la paz, por llevar un poco de comida y cariño a las zonas más necesitadas y castigadas por la guerra, las hambrunas, las catástrofes naturales y la miseria más extrema. Son cientos de miles los voluntarios en el mundo que viven por y para ayudar a los demás, y lo hacen desde diversas utopías, desde muchas religiones, desde muchas ideologías- todas ellas unidas e impulsadas por un objetivo común: ayudar. Ni más ni menos, ayudar, qué gran palabra.

Extremadura lleva ya muchos años subida al carro de la cooperación internacional, son muchos los extremeños que están repartidos por el mundo llevando a cabo tareas arduas y en condiciones difíciles para que nuestra solidaridad sea tangible, real y eficaz. Y encima lo hacen con la sonrisa en la boca y sin pedir nada a cambio. Hoy es bueno recordarles, saber que están ahí, que son más y mejores que los pocos desaprensivos que puedan pulular ocasionalmente en el mundo de la cooperación y la solidaridad.

Esos extremeños, esos hombres y mujeres recios, de grandes ideales necesitan su infraestructura aquí, necesitan de nosotros, de nuestro apoyo y de nuestro dinero. Y lo necesitan por medio de sus organizaciones pues solos poco pueden hacer, es por eso que tenemos que acercarnos a nuestras ONGD y darles nuestro aliento, nuestro apoyo y nuestro respeto. Sin todos ellos, los de allí y los de aquí, seríamos un poco menos humanos. Ayudemos a nuestros voluntarios y a nuestras organizaciones solidarias. Creo que nuestra propia dignidad nos lo demanda.

*Sociólogo