Los episodios de malos tratos y vejaciones a nuestros animales se vienen repitiendo con escalofriante frecuencia. Las noticias en los medios de comunicación son continuas: perros apaleados salvajemente por sus dueños, perros ahorcados cuando dejan de ser útiles o abandonados en autovías porque llegan las vacaciones, caballos olvidados a su suerte en un estado de extrema desnutrición, parcelas de individuos que coleccionan perros hambrientos y enfermos, quienes por pura supervivencia terminan por devorarse unos a otros, (por no hablar de las controvertidas fiestas patronales de muchos pueblos y donde cada año se masacran cientos de toros, ante los ojos de muchos niños, que desde su infancia están asociando estos actos violentos con risas y diversión).

Hace unos días le tocó el turno de la barbarie a dos gamos y un ciervo del parque cacereño del Cuartillo, quienes al parecer, fueron decapitados impunemente, con la única intención, por terrible que parezca, de arrancarles sus cuernas y colgarlas como trofeo en algún escabroso lugar.

En una sociedad avanzada como la nuestra, donde se lucha por mantener un estado de bienestar social para sus ciudadanos, donde se vela por el cumplimiento de los derechos humanos, los derechos de los animales están totalmente olvidados.

Indignados por la crueldad de nuestras propias acciones, reclamamos urgentemente un endurecimiento de las leyes, para que casos como los mencionados se castiguen severamente. No podemos dejar este asunto ni un minuto más en manos de algunos individuos que paradójicamente se hacen llamar a sí mismos seres racionales, seres humanos...

Valentina Sánchez Acedo **