El primer gran examen de Pedro Sánchez en el Congreso se saldó con una victoria para el Gobierno y, al mismo tiempo, fue un ejemplo de la complicada aritmética parlamentaria que el presidente del Gobierno tendrá que afrontar para sacar adelante sus iniciativas legislativas. Con 177 votos favorables (los del PSOE, Unidos Podemos, PNV, Compromís, ERC, PDECat y Nueva Canarias), el Congreso de los Diputados aprobó el decreto de la renovación de la cúpula directiva de RTVE, una medida interina con la que se desbloquea el órgano del Gobierno del ente público a la espera de que los grupos parlamentarios logren ponerse de acuerdo para llevar a cabo el concurso público que establece la ley.

La primera lectura de la votación es que Sánchez consiguió de nuevo, tras una complicada negociación, el apoyo de los grupos que le permitieron ganar la moción de censura que le llevó a la Moncloa. Si esta votación es una indicación de lo que está por venir en esta legislatura (dure lo que dure), las enseñanzas son varias: que el apoyo de los nacionalistas catalanes se logra con gestos políticos hacia Cataluña (lo cual es un avance con respecto a los últimos años); que el PNV demuestra con Sánchez el pragmatismo que antes había mostrado con Mariano Rajoy, y que las negociaciones con Podemos nunca van a ser sencillas. Pero lo que la votación también prueba es que Sánchez sabe negociar a varias bandas. A pesar de su debilidad parlamentaria, el presidente del Gobierno ha aprobado su primer examen con la misma mayoría que lo aupó a la Moncloa, lo cual envía un potente mensaje político a la oposición de PP y Ciudadanos.

La segunda lectura es la relativa a la propia RTVE. La nueva cúpula, a pesar de su carácter provisional, debe cerrar la negra etapa de injerencia gubernamental en el ente público, que en los últimos tiempos del Gobierno del Partido Popular alcanzó cotas tan vergonzosas que obligó a los periodistas a movilizarse en protesta. Llega el momento de exigir a los partidos que respeten a los empleados del ente, y a los periodistas, que ejerzan con rigor profesional la libertad que tanto han reclamado y por la que se han movilizado con protestas que han gozado de un amplio seguimiento. Una televisión pública de calidad, orientada al servicio público y sin partidismo, es esencial para el sano ejercicio de la democracia.