WDw espués de nada menos que siete años, el martes que viene acabará oficialmente la operación Libertad Iraquí tras la retirada anticipada de las tropas estadounidenses de combate.

En teoría, serán a partir de ahora los iraquís quienes rijan los designios de su propio destino, pero aquella guerra ilegal, ni acabada ni ganada, deja un país todavía por estabilizar, de modo que otra operación, con el rimbombante nombre de Nuevo Amanecer, se activará el próximo 1 de septiembre.

En esta fase, pocos cambios habrá en Irak. De aquel cuerpo expedicionario norteamericano, que en su momento alcanzó nada menos que los 170.000 hombres, seguirán en el país 50.000 dedicados a tareas de asesoramiento y formación del ejército, además de varios miles de mercenarios y contratistas que se sumarán a los 3.000 que siguen actualmente en el país, para formar a la policía.

Esta nueva misión debe acabar a finales del año 2011, aunque existe la sospecha de que este periodo de tiempo será insuficiente para estabilizar el país y consolidar unas fuerzas armadas extraordinariamente permeables a la infiltración de radicales y extremistas y unos servicios de inteligencia escasos y poco preparados.

La presencia estadounidense será también necesaria si, como todo indica, Estados Unidos acaba vendiendo a Irak armas muy sofisticadas. La misma fragilidad que reina en el terreno militar existe sin lugar a dudas en el político, con la incapacidad de los partidos actuales para formar un gobierno estable casi seis meses después de las elecciones del pasado 7 de marzo, pese a los esfuerzos norteamericanos para encontrar una solución.

Donde sí habrá la sensación de cambio será, claro está, en Washington. A dos meses de las elecciones legislativas de mitad de mandato, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, necesita cerrar, aunque sea aparentemente, el capítulo de la guerra de su antecesor Bush y por ello, dentro de muy pocos días, se dirigirá a la nación para definir los detalles de una nueva etapa. Lo que ya está claro es que no serán los militares del Pentágono quienes dirijan esta nueva fase.

A partir de ahora será responsabilidad del servicio exterior; es decir, del Departamento de Estado, lo que explica el aumento del número de civiles armados privados, ya que dicho departamento carece de fuerzas propias. Así, desaparecerá la imagen bélica de la operación, pero la paz y la estabilidad seguirán siendo escurridizas.