Después de todos los acontecimientos tan infaustos e inesperados que han sucedido durante estos meses, tenemos que ser conscientes de los múltiples fallos que se han cometido en el pasado para poder aplicar mejores soluciones a la llamada nueva normalidad. Sobre todo, en el ámbito educativo, ese pilar esencial de la sociedad que a veces se nos olvida que es el motor del mundo. Hoy en día, la sociedad está sumergida en un abismo de incertidumbre, el no saber qué pasará con el curso al año que viene, con las clases presenciales ni con los alquileres de los pisos de estudiantes, causa mucho agobio. Por eso, aprovechando estos momentos tan críticos en los que debemos luchar para que la educación empiece a funcionar otra vez, creo que es bueno recordar la importancia de la Filosofía en las aulas. Desde siempre se ha menospreciado la Filosofía siendo la única asignatura que proporciona un pensamiento crítico al alumno. A menudo se suele decir que «no sirve para nada», pero al contrario, es necesaria para la vida cotidiana y sobre todo para evitar vivir ahogados en ideologías impuestas y así pensar por nosotros mismos. En definitiva, hay que seguir esforzándose en renovar la educación de manera sana. Ojalá salgamos de esta crisis educativa con más educación pública y filosófica en las aulas.