El Ministerio de Educación ha elaborado el borrador del real decreto que desarrollará la Ley Orgánica de Educación (LOE). El texto, que fue dado a conocer el martes, contempla la posibilidad de que los alumnos de primer curso de Bachillerato puedan pasar a segundo hasta con la mitad menos una de asignaturas suspensas en el curso. La razón de esta propuesta, que antes de su trámite parlamentario será sometida al criterio de las comunidades autónomas, es el de tratar de impedir que los alumnos con peores notas se frenen en su evolución académica. Así se considera el hecho de tener que repetir todo el curso, como ocurre ahora, con independencia de que algunas de las asignaturas que el alumno repetidor tiene que cursar las haya aprobado ya. La ministra Cabrera ha añadido otra razón para adoptar esta medida: que se parece al sistema existente en la Universidad, donde solo se repiten las asignaturas suspendidas, y que el Bachillerato es una etapa educativa en la que conviene ir adecuándose al sistema flexible universitario. El motivo último es tratar de reducir el fracaso escolar, que en nuestro país y en cualquiera de los niveles educativos, es de los más altos de los países de la OCDE.

Las voces a favor y en contra de esta idea no se han hecho esperar: aquí, en Extremadura, se ha pronunciado resueltamente a favor de esta novedad la consejera de Educación, Eva María Pérez, y resueltamente en contra el candidato del PP a la Junta, Carlos Floriano.

Sobre el papel parece una medida razonable. No hay que olvidar que los alumnos a los que les afectaría --la reforma está prevista que entre en vigor en el curso 2008/2009-- ya se encuentran en una fase educativa no obligatoria y, por tanto el Estado no tiene capacidad para hacerles permanecer en las aulas si no lo desean: la repetición de todas las asignaturas del primer curso del Bachiller, algunas de las cuales el repetidor ya aprobó, no incentiva la permanencia en las aulas, sino que la entorpece. En el Bachillerato, además, se acentúa la especialización que se apunta en la ESO: Tiene, por tanto, menos sentido que se vuelvan a cursar asignaturas ya dadas y aprobadas de este nivel de educación no obligatorio, que cuando el alumno está en la fase obligatoria.

A pesar de todo ello, muchas personas han visto esta medida como un paso más en el camino emprendido hace años por el sistema educativo español de ir en sentido inverso al de prestigiar el esfuerzo. Es una idea ya instalada en la sociedad. Y basta mirar el porcentaje de respuestas dadas por los lectores a la pregunta de la edición digital de este periódico para ver que, mayoritariamente, a la gente le parece mal que se pase de curso con hasta cinco asignaturas suspendidas porque entiende que es una medida para "pasar la mano" a los estudiantes menos aplicados. Y esta apreciación, que trasciende posicionamientos ideológicos, sí debería ser tenida en cuenta por el Gobierno antes de tomar cualquier decisión. Porque no se puede dar ni un solo paso más por esa senda de deriva hacia la escasez de rigor.