Las pruebas de acceso a la universidad que empezaron ayer en Extremadura se presentan con novedades sobre el contenido de los exámenes y el valor total con que cada alumno afrontará su futuro universitario. Y mantienen, como cada año, la presión y los nervios que los estudiantes deben afrontar en un momento crucial de sus vidas. El resultado de la Selectividad marcará el camino de todos, pero esta vez con criterios más lógicos y flexibles, en los que, además de las pruebas generales se tendrán en cuenta los exámenes específicos que valorarán intereses concretos más relacionados con la titulación que se quiera cursar.

Son las primeras pruebas que darán acceso a estudios universitarios ya implantados en su totalidad de acuerdo con las directrices de Bolonia, con el nuevo abanico de notas que puede oscilar entre 5 y 14, una circunstancia que deja las referencias del curso pasado como mera aproximación. En cualquier caso, el esfuerzo que aún tienen que hacer entre hoy y mañana los 4.290 alumnos se compensa con la valoración procedente del bachillerato, una garantía de su entrada en la universidad, pendiente de la confirmación de plaza en función de la oferta y demanda de cada centro. Por complicado que sea apreciar el grado de conocimiento en tres días, la Selectividad se perfila una vez más como el sistema menos injusto de reparto de opciones. Este año, además, mejorada con la introducción de criterios más racionales en favor de una equidad mayor.