Después de 39 años de vida en común, Felipe González y Carmen Romero , ponen fin a su matrimonio. La noticia ha sorprendido a los amigos y compañeros del expresidente, no tanto a los de su nueva compañera sentimental, María del Mar García Vaquero , ya que eran muchas las personas que sabían de su relación sentimental, de sus escapadas a Sevilla, a Aranjuez o a Hispanoamérica, desde que hace nueve meses comenzaron a verse con más asiduidad, después de años de compartir amigos comunes.

Felipe, como muchos políticos de su partido y de la oposición, comienza una nueva vida, al lado de una mujer 20 años más joven que él, guapa, simpática, madre de dos chicas de 20 y 21 años.

Quiero pensar que a Carmen la noticia de su separación no le ha cogido por sorpresa, pues bien sabía del carisma de Felipe con las mujeres, del interés que despertaba entre aquellas que veían en el lider del PSOE una especie de dios de carne y hueso, con grandezas y debilidades.

Me consta, eso sí, que les ha dolido, tanto a ella como a sus hijos, la forma en que se ha dado a conocer la relación de su todavía marido --en el programa de Ana Rosa Quintana lo contó Paloma Barrientos--; que se diga que Felipe ya había abandonado la casa común de Somosaguas, en Madrid, cuando lo cierto es que todavía no ha sacado sus pertenencias.

Ahora falta por ver cómo soportará Felipe la presión mediática a la que le van a someter, él que está acostumbrado a moverse sin que nadie le pregunta dónde va o de dónde viene. Si será capaz de sonreír cuando le pregunten una y otra vez "por cómo va lo suyo con Mar".

Supongo que son situaciones que habrá previsto y a las que sabrá hacer frente, porque de lo contrario le espera un calvario. Quizá fuera bueno que Felipe y Miguel Boyer se tomaran un cafetito para que este le diese algunos consejos sobre cómo burlar a la prensa, antes de que le dé un ataque de nervios.