La iniciativa del Ayuntamiento de Sierra de Fuentes de solicitar al Ministerio de Fomento el permiso para construir un aeródromo del que sacase provecho tanto el tráfico privado de viajeros como servicios públicos sanitarios, de extinción de incendios, etc. debe ser saludada sin reservas. Por varios motivos: en primer lugar, supone intentar poner al servicio de la comunidad una infraestructura que, tal como se está desarrollando la navegación aérea, va pareciendo cada vez más perentoria para una comarca como la de Cáceres. Hoy difícilmente es posible concebir el desarrollo económico sin que se apoye en una completa infraestructura de transportes. En segundo lugar, es importante esta iniciativa porque introduce la competencia: el Ayuntamiento de Cáceres lleva años clamando por la transformación del campo de vuelo de La Cervera en aeródromo. En Sierra de Fuentes le ha salido un competidor que, a falta de entrar a analizar aspectos como la idoneidad del emplazamiento en cuanto a impacto ambiental, lleva ventaja a la capital, puesto que ésta no es la titular del suelo del campo de vuelo y Sierra de Fuentes, sí. Cáceres, si quiere seguir apostando por La Cervera, deberá actuar con una mayor diligencia. Pero hay un tercer aspecto en la iniciativa de Sierra de Fuentes que se antoja especialmente valiosa: su inconformismo. Un municipio de apenas 2.000 habitantes no se ha arredrado para apostar por una infraestructura que, de salir adelante, les va a traer grandes beneficios. El futuro es de los que se arriesgan.