Aunque muchos padres y madres no lo crean, el nuevo curso escolar está muy presente a estas fechas para muchos docentes. A pesar de los pocos días que restan para el comienzo del curso escolar, el que más o el que menos, ya calienta (disculpen el símil deportivo) para empezar una carrera maratoniana y contra reloj, para poder cumplir con un condensado e imposible curriculum en el tiempo marcado por nuestra legislación educativa.

Enseñar y aprender no es exclusivo, en ese orden, de docentes y discentes. Los docentes enseñamos pero aprendemos cada año de nuestros alumnos. Nuestros alumnos aprenden pero también enseñan a sus docentes, en un continuo feedback, que favorece al fin y al cabo a ambos, a los alumnos y familias por lo que los docentes aprendemos de ellos y adaptamos cada año, y a los docentes que mejoramos, eso sí, por nuestra cuenta para adaptarnos a una realidad cada vez más cambiante.

Estén ustedes tranquilos, padres y madres, los docentes llevamos años enseñando a sus hijos e hijas, adaptándonos y «arreglando» el desaguisado que los cambios legislativos de nuestros políticos han generado. Nuestra misión es enseñar, no hacer política, pero la política puede ayudarnos y mucho, si se aplicasen dicha filosofía, la de enseñar y aprender y a la vez adaptarse, cada año, a las necesidades de nuestros alumnos que es el fin último de la educación.

Nuestro sistema educativo tiene muchas asignaturas pendientes y que nuestra autonomía puede asumir como han hecho otras: carrera profesional, equiparación salarial y de permisos y licencias, con el resto del Estado, así como un largo etcétera.

Pero además de la parte gremial, que algunos me criticarán, también quiero hacerme portavoz de aquellas demandas que según los últimos datos sobre las preferencias de nuestros docentes, destacan sobre el resto, que son una verdadera autonomía organizativa, pedagógica, económica y curricular.

A nivel institucional queda pendiente regular un bilingüismo a expensas de la caridad y formación individual del profesorado, una FP no reconocida ni como enseñanza ni para con el profesorado, unos técnicos de FP olvidados y vilipendiados cuando realizan el mismo trabajo que otros compañeros, unos orientadores que llegan a tener 900 alumnos en potencia, unos funcionarios de carrera olvidados y abandonados precisamente por su condición de funcionarios, y unos interinos que aplauden un bíblico plato de lentejas. Nuevo curso y nueva legislatura para aprobar las asignaturas pendientes, para lo que es mejor haber aprendido estos cuatro años atrás que haber enseñando, o impuesto, sin haber aprendido.

* Maestro